Hay muchas formas de calcular el Producto Interno Bruto. El enfoque más claro es el de componentes de la demanda agregada. Así se calcula la demanda de bienes y servicios que hacen los diferentes agentes económicos. A lo que los consumidores demandamos se suma el gasto del gobierno, el gasto en inversión (al que se le llama más formalmente “formación bruta de capital fijo”) y añadimos los bienes que nos demanda el exterior, las exportaciones. En caso de que en alguno de los componentes se encuentren bienes importados los restamos para considerar únicamente la producción dentro de territorio mexicano.
Ya conocíamos desde hace varias semanas el crecimiento que tuvo el PIB, pero ayer el INEGI publicó esta información desde la perspectiva de la demanda. Normalmente es el consumo el mayor componente de la producción. Al segundo trimestre del año el consumo alcanzó 12.1 billones de pesos (constantes), ligeramente arriba de 67% del PIB. El consumo se encuentra en niveles similares a los que tenía en el primer trimestre de 2017.
La formación bruta de capital fijo es el componente más rezagado en términos de recuperación post-covid, lo que nos debería mostrar que no fue el confinamiento la causa del freno en la misma. La inversión ronda los 3.2 billones de pesos y representa 17.7% del PIB.
Preocupan varias cosas. En primer lugar, este dato que corresponde al segundo trimestre del año es menor que el del primer trimestre, que fue 17.9%. En otras palabras, no es la inversión la que mueve la producción y esto tiene consecuencias importantes en el mediano y largo plazo. En segundo lugar, la inversión se encuentra en niveles similares a los que tenía en el cuarto trimestre de 2010. En tercer lugar, la propia composición de la inversión nos muestra que hay algo que desde el sector público podría hacerse y no se está haciendo. De este 17.7%, 15.3% es inversión privada y 2.4% es pública. Esa inversión pública considera, desde luego, los proyectos emblemáticos del presidente —la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, el tren maya y el corredor transístmico— sobre los que no se tiene certeza de su valor social.
Para hablar de una recuperación en la inversión ni siquiera tendríamos que hacer referencia al covid. La formación bruta de capital fijo se habría recuperado si rebasara el máximo reciente, alcanzado en el tercer trimestre de 2015, y de ahí revertir la senda decreciente que se observa a partir del último trimestre de 2018. Sin inversión, simplemente no habrá oportunidades de desarrollo, para ya ni siquiera hablar de crecimiento económico.
Sí hay un componente que muestra signos de una recuperación interesante y es el de las exportaciones que sumaron 6.88 billones de pesos en el segundo trimestre, un nivel similar al que tenían el primer trimestre de 2019 y solo 1.7% por debajo del pico que tuvieron en el segundo trimestre de ese mismo año. Es el sector externo el que está moviendo al país. Gracias a la construcción de una infraestructura exportadora y a los múltiples acuerdos comerciales —principalmente el TMEC, desde luego— pero sobre todo gracias a la recuperación económica de Estados Unidos, México crecerá este año. Sí, hay veces en las que, si a Estados Unidos le va bien, a México también. Esta será una de ellas.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
21-09-2021