En México, lo urgente le quita el tiempo a lo importante. Esta práctica se ha perpetuado por tanto tiempo que pareciera que todo lo importante termina siendo urgente, y las decisiones que se toman alrededor de ello podrían tener efectos indeseables.
Un ejemplo reciente es el debate que se presentó la semana pasada en torno a medicamentos y patentes cuando senadores y diputados discutieron y aprobaron en dos días la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial para cumplir con las obligaciones del T-MEC.
En resumen, una parte de esta ley busca agilizar la entrada de genéricos al mercado a través de una ampliación en los tiempos para que sus productores se preparen antes de que venzan las patentes. Sin embargo, este objetivo se pone en riesgo con la posibilidad de que los inventores obtengan patentes de segundo uso, sumado a la falta de claridad en la vinculación entre las autoridades que otorgan los registros sanitarios y los que registran las patentes, lo cual podría prestarse a una serie de litigios.
Este ejemplo no es el único que ha sucedido sobre este tema durante la actual Administración. Hace seis meses se emitió un decreto para importar fármacos sin registro de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) ante el desabasto de medicamentos para enfermedades crónicas como cáncer. Esta medida prendió las alarmas de varios expertos pues podría abrirle la puerta a medicamentos no confiables o de baja calidad.
Ambos casos reflejan la falta de planeación que se ha arrastrado por años en el sector salud. México no cuenta con un plan alrededor del sector farmacéutico que proponga cómo incrementar el acceso a medicamentos innovadores, efectivos, seguros y asequibles. En vez de eso, se van arreglando las crisis que aparecen con soluciones que parecen curitas.
Hoy más que nunca es clave tener una discusión seria alrededor de este tema. Según una investigación de El Financiero, los precios de medicamentos crecieron un 12% entre enero de 2019 y enero de este año, cifra cuatro veces mayor que la inflación general. Además, la presión de grupos como los padres de niños con cáncer continúa, lo que refleja el desabasto de medicamentos. Todo esto en un contexto muy complicado por una pandemia que no se ha domado y parece ser bastante larga.
Desconozco qué tanto margen existe para modificar la legislación aprobada sin incumplir los compromisos que haya adquirido México con el T-MEC. Lo que sí sé, es que en el ciclo de vida de los medicamentos -considerando desde los permisos para su producción hasta que llegan a los pacientes que los necesitan- aún existen fallas que deben discutirse y corregirse. El debate debe ser inclusivo y considerar a todos los agentes que juegan algún rol en este sector.
Los mexicanos necesitamos medicamentos innovadores, efectivos, seguros y asequibles para curar o disminuir los efectos de las enfermedades que nos aquejan. Ese debería de ser el objetivo final de todos los actores involucrados en este tipo de discusiones. Ojalá que la entrada del T-MEC marque un parteaguas para que se tomen decisiones que pongan a los pacientes en el centro.
Publicado por Expansión
08-07-2020