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De lo perdido...

Las ventas de garage permiten recuperar parte del valor de cosas que ya no se estaban utilizando cuando las compran personas para quienes esos artículos en desuso tiene todavía un valor. Hacer subastas para ver quién se lleva los artículos tiene la ventaja de que normalmente gana la subasta quien tiene la capacidad de sacarles el mayor jugo posible.

En México, tenemos un buen número de campos petroleros que han sido explotados pero que ya no son tan rentables para Pemex y que, en algunos casos, han sido abandonados. Compañías con experiencia y tecnología adecuadas para la recuperación de esos campos pueden hacer que sea rentable algo que ya no lo era tanto para Pemex.

La asignación reciente de tres campos en Tabasco permitirá rentabilizar activos que estaban ahí parados.

Como cualquier compañía, Pemex tiene recursos limitados en lo financiero, tecnológico y humano. La capacidad de traer la experiencia, inversión y tecnología específicas para cada proyecto es indispensable para poder recuperar la mayor cantidad posible de la riqueza del subsuelo. La posibilidad de poder contratar a las compañías más eficientes será cada vez más relevante ante el panorama de reservas más y más difíciles que tendrá que enfrentar nuestro sector energético.

Hasta ahora, los famosos contratos incentivados que incluyó la reforma energética del 2008 no habían sido suficientes para atraer buenos postores. En esta ocasión, es evidente que la licitación sí despertó interés.

Quedaron como mejores postores una compañía inglesa y otra mexicana, cuyas posturas derrotaron en un proceso competitivo a grandes petroleras multinacionales. El pago por barril que se utilizó como variable para competir en las subastas es una buena solución para hacer atractivos los contratos.

Al parecer, ese formato es consistente con el complicado requisito del reglamento al Artículo 27 constitucional, que exige que los contratos tengan que referirse a pagos en efectivo que no dependan del valor de las ventas.

En un entorno como el nuestro con restricciones a la participación privada en el sector, los posibles participantes enfrentan una gran incertidumbre. Si los contratos no son suficientemente atractivos para compensar esa incertidumbre, es difícil lograr que haya interesados. De esta experiencia saldrán lecciones que tendrán que irse incorporando para perfeccionar un modelo de participación que permita la inversión y expertise requeridos y que los contratos se asignen de un modo más transparente.