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En democracia se vale no estar de acuerdo. ¡Defendamos las libertades y el Estado de derecho!

La democracia no es una delegación de poder que se limita al sufragio y a seis años de silencio. El triunfo en las urnas no otorga licencia para ignorar a los que piensan diferente. Al contrario.

En democracia, las y los mexicanos tenemos derecho a expresarnos libremente, a participar de la vida pública e incluso a defender posiciones críticas al gobierno.

En fechas recientes observamos con preocupación cómo el Presidente de la República descalifica y minimiza el trabajo de distintos actores, mostrando particular rechazo a la labor de las organizaciones de la sociedad civil y los órganos autónomos. Quienes valoramos la capacidad organizativa de la ciudadanía y creemos firmemente que ésta es clave en la construcción de un Estado de derecho democrático, consideramos inaceptable callar ante estas descalificaciones y por ello nos pronunciamos en pro de la defensa de nuestro derecho a participar y a ejercer la libre expresión.

Mientras los gobiernos pasan, las instituciones quedan y ellas son las garantes de la continuidad democrática más allá de las alternancias políticas. De ahí que para fortalecer dicho orden institucional es necesario que quien gobierna se someta a las leyes y a un ejercicio constante de rendición de cuentas. De la misma manera, es necesario que la ciudadanía se exprese y sea escuchada incluso cuando sus posiciones son críticas o contrarias a quien gobierna. Cualquier violación de este pacto cuestiona la convicción democrática de quien detenta el poder.

Las organizaciones de la sociedad civil provenimos de todos los estratos sociales y de toda la geografía del país. Nuestras opiniones políticas son diversas. No pretendemos tener la verdad absoluta ni que nuestra voz sea más legítima que la de cualquier otro. Nuestro único propósito es coadyuvar a la construcción de un mejor país y comunicar los puntos de vista que tenemos y hemos podido nutrir al confrontarnos con nuestras realidades y especializarnos temáticamente.

La violencia política en México no debe ser tomada a la ligera y el orden cívico –en el que el diálogo, el disenso, la discusión y el reconocimiento de todos como ciudadanos- debe ser el cimiento de la vida democrática. La pluralidad y la diversidad de opiniones son valiosas por sí mismas. Las sociedades que privilegian el pensamiento único rara vez generan un mayor bienestar y libertad para sus pueblos. La mejora de la sociedad depende de la existencia del desacuerdo. Por el bien de todos, acordemos discrepar de forma respetuosa y civilizada.

Por un México plural y democrático.