A más de un año del inicio de la pandemia y la llegada de la crisis económica que le siguió, ha quedado claro que uno de los efectos más graves ha sido el observado sobre el mercado laboral. La pérdida de empleos -que tan solo en abril 2020 fue de más de 12 millones de puestos- no solo afectó el nivel de ingresos de numerosas familias, sino que contribuyó también a la precarización de las condiciones de vida de la población (que resultó en la caída de 4 millones de personas en pobreza entre 2018 y 2020). Además, la reducción - y lenta recuperación - de los ingresos laborales en el país explica, en parte, una baja demanda interna.
Esta semana recibimos noticias positivas: en el 2º trimestre de 2021, la población ocupada recuperó su nivel prepandemia, y tuvo 184 mil trabajadores más que los observados en el 1er trimestre de 2020. La información es alentadora: el impacto sobre el mercado laboral parecería haberse borrado. Sin embargo, detrás del dato se esconden detalles fastidiosos.
En primer lugar, la recuperación a nivel nacional no implica una recuperación generalizada. La evaluación de los datos al dividir por sexo, por sector, y por entidad pone en evidencia lo que aún está pendiente. Muchas de estas revelaciones son instintivas, como el hecho de que sectores como el de restaurantes y servicios de alojamiento o el de esparcimiento mantienen niveles muy por debajo de lo observado antes de la crisis.
Tampoco sorprende que entidades como Quintana Roo y Baja California Sur, donde las actividades turísticas se vieron afectadas, muestren una recuperación incompleta. Otras revelaciones, como que el empleo de las mujeres ha visto mayores dificultades para recobrar sus niveles que el masculino también son preocupantes. La evidencia de rezagos en regiones como CDMX y Michoacán, o en sectores como las industrias extractivas y la electricidad, dejan claro que aún hay esfuerzos por hacer.
Por otra parte, está el componente de la calidad del empleo recuperado. Casi 80% de todos los empleos agregados a la economía desde el 2º trimestre de 2020 han sido informales, sin un vínculo laboral reconocido y sin acceso a prestaciones laborales de ley que proveen más certeza y beneficios a los trabajadores. Aunque este desempeño responde en parte al hecho de que, al inicio de la pandemia, la mayoría de los empleos perdidos fueron los informales y más vulnerables, es inquietante que el regreso a la normalidad implique también un regreso a una menor calidad en los trabajos. La tasa de informalidad laboral observada en el 2º trimestre del año es ya mayor que la observada en el trimestre previo a la llegada de la pandemia, y significa que 56 de cada 100 trabajadores en el país trabaja en una ocupación informal. Además, la ENOE muestra que, al recuperar el nivel nacional de la población ocupada, una mayor proporción de los trabajadores labora menos de 34 horas a la semana, y al cierre del trimestre, 13.3% de las personas ocupadas trabajó menos horas de las que puede y necesita (el nivel en el 1T2020 era de 8.4%).
Para finalizar, una consideración importante: aunque en la recuperación el enfoque frecuentemente ha estado en la recuperación del nivel de empleo observado antes de la crisis, esta visión omite el factor fundamental del crecimiento poblacional en el país. Mientras que entre el primer trimestre de 2020 y el segundo del 2021 la población ocupada sumó 184 mil 298 trabajadores, la población en edad de trabajar incrementó en 2.5 millones de personas, y al interior de ese grupo de mexicanos y mexicanas de 15 años y más, aquellos que trabajaron o buscaron trabajo activamente (la Población Económicamente Activa) aumentó en más de 650 mil personas. Es claro que, aunque ya se recuperó la cantidad de empleos perdidos a raíz de la pandemia, e incluso se generaron algunos adicionales, éstos han sido insuficientes para compensar el crecimiento observado en la población y dar trabajo a aquellos que se han sumado al mercado laboral durante la pandemia.
El haber llegado, apenas, a la meta de restablecer el nivel de la población ocupada tiene sin duda sus beneficios. Sin embargo, con las noticias positivas, también tenemos que aceptar los detalles más amargos como la mala calidad de los puestos generados. Conforme continuamos en el sendero de recuperación, no podemos conformarnos con una restauración incompleta de los trabajos. Tenemos que ser más ambiciosos.