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El ejido, ¿elegido?

¿Por qué hay tanta pobreza en el campo en México? Una posible explicación está en que es imposible acumular el principal activo necesario para la producción agropecuaria: la tierra, debido a la propiedad social de ese bien.

El ejido no vino de Marte en exclusiva para México: también los rusos y todo el bloque ex-socialista en el planeta crearon regímenes de propiedad social de la tierra. Con la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS, los países ex-socialistas revirtieron – con distintos grados de intensidad – su propiedad social. En la República Checa y Eslovaquia, optaron por dar certeza jurídica a la tierra, y crear títulos de propiedad que permiten que la compraventa de terrenos y también la posibilidad de darlos en garantía para créditos. Como resultado, sus sectores agropecuarios agregan mucho valor y crecen a tasas cercanas al 7%.

Rusia y Hungría no revirtieron totalmente la propiedad social; le dieron a los antiguos trabajadores de las granjas cooperativas acciones de las mismas. La gente recibió verdaderos bilimbiques, en realidad; esas acciones no se pueden comprar, vender ni otorgar en garantía. Resultado: la agricultura no despega en esos países; Rusia fácilmente podría ser el segundo granero mundial, y no lo es.

China y Vietnam preservaron su coraza socialista, pero con un sentido pragmático. El Agricultural Bank of China realizó este verano una oferta pública inicial de acciones que llevó su capitalización de mercado a cerca de 130 miles de millones de USD (la segunda operación bursátil de emisión inicial de acciones más grande de la historia, después de la de Petrobras también de este año). Obviamente, el Estado permite que la tierra pueda ser otorgada en garantía para los creditos de ese banco. El resultado es un sector agropecuario que agrega mucho valor.

Cuba y México son, en este sentido, el orgullo de Lenin. En México no podemos superar nuestro pasado zapatista, pero en realidad la tierra no es de quien la trabaja: es de unos señores que se llaman asamblea ejidal, que no la trabajan, pero qué hacen una labor meticulosa de fregar a la gente. ¿Quieres escriturar como propiedad privada? Tienes que pedirles permiso. Los juicios agrarios no prescriben; en consecuencia, puedo llegar con la escritura que Hernán Cortés le dio a mi antepasado y tiene el mismo valor en juicio que un certificado del PROCEDE. Como no podemos dar créditos, todo lo resolvemos con subsidios, o lo que es peor, con subsidios disfrazados de créditos. Por eso no agregamos valor y nuestro campo se muere.
El economista peruano Hernando De Soto lo pone de manera muy clara: démosle certeza a los más pobres respecto a la propiedad de sus activos, y superarán su condición de pobreza. El populismo ejidal no ha hecho más que perpetuar una condición de miseria mayor que la que prevaleció en el porfiriato.