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El mito del maíz transgénico

Tras las recientes heladas en el norte del país, los mexicanos necesitaremos suplir más de 5 millones de toneladas de maíz, más de 20% de nuestra producción nacional. Ante esta situación, permitir la siembra de maíz transgénico en el norte del país es una necesidad que no podemos aplazar.

Tras conocer la evidencia empírica alrededor del maíz transgénico, consideró indispensable empezar por desmitificarlo.

El primer mito acerca del maíz transgénico es que es un riesgo para la salud humana, aunque este mito está prácticamente extinto, aún se escucha a quien ignora que la propia Organización Mundial de la Salud y la British Medical Association sostienen públicamente, desde el 2004, que los transgénicos no representan ningún riesgo para la salud humana.

El segundo mito es sobre su impacto ambiental. Contrario a los que muchos creen, los transgénicos traen importantes beneficios ambientales. Por un lado, reducen 8% el uso de pesticidas y herbicidas, equivalente a reducir las emisiones de CO2 de 6 millones de automóviles al año. Por otro lado, las nuevas variedades de maíz transgénico resistente a sequías pueden ahorrar hasta 25% del consumo de agua por hectárea. Sobre su efecto en otras especies, no hay ninguna evidencia en las más de 100 millones de hectáreas sembradas en más de 22 países que lo demuestre.

El tercer mito es que el maíz genéticamente modificado (mgm) acabará con la cultura milenaria del cultivo. Esto es prácticamente imposible por dos razones: primero todos los productores tendrían que cultivar transgénicos, aunque consideró que algún día así lo harán por el aumento en su productividad (40% en Argentina, 25% en Filipinas, 33% en Sudáfrica), esto llevará tiempo. Segundo, porque podemos resguardar todas las especies de maíces en bancos de germoplasma (in situ o en laboratorio) para su uso futuro.

El cuarto mito es que el uso de mgm ahondará la brecha económica entre productores ricos y pobres. La evidencia de diversos estudios muestra que 94% de la cartera de productores de semillas genéticamente modificadas en China, México y Argentina es campesino con predios menores a 5 hectáreas, que obtuvo 50% de los beneficios generados por el uso de esta tecnología.

Es hora de dejarle a los productores la decisión de su futuro y garantizar nuestro abasto de maíz, permitiendo la siembra comercial de mgm. La discusión debería centrarse en cómo transferir la tecnología en nuestro beneficio, tal como lo hizo la empresa argentina Don Mario, la principal fuente de semilla de soya transgénica en Argentina.

rgallegos@eleconomista.com.mx