Opinión

Entre impuestos, estímulos y descontento social

FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

Más allá de la recaudación asociada, el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, mejor conocido como IEPS, tiene el objetivo específico de desincentivar el consumo de bienes o servicios tóxicos o nocivos. No solo hay IEPS a los combustibles, también lo hay a las bebidas alcohólicas, al tabaco, a las bebidas azucaradas.

El precio que se paga por la gasolina en una estación de servicio tiene varios componentes. De entrada, el precio de referencia del combustible (precios determinados en los mercados internacionales), los costos de logística (traslado de la gasolina), un componente de ajuste por la calidad del combustible, el margen de ganancia, el IEPS, y sobre eso se cobra el IVA. El IEPS tiene, a su vez, tres componentes: IEPS federal, IEPS estatal e IEPS carbono. Este impuesto se va ajustando año con año conforme a una fórmula que considera el incremento inflacionario de los periodos previos.

El IEPS para la gasolina magna es 5.49 pesos por litro, para la Premium es 4.63 y para el diésel 6.03 pesos. Cuando los precios internacionales fluctúan al alza, la Secretaría de Hacienda puede optar por dar un “estímulo” al IEPS, es decir, puede elegir disminuir el impuesto que cobra para impedir que el precio suba demasiado. Estos estímulos al IEPS representan un ingreso que no entra a la hacienda pública, son recursos que se dejan de recaudar. Esta semana, la del 12 al 18 de marzo, será la primera en la que Hacienda dé un estímulo de 100% a los tres tipos de combustible, es decir, será la primera semana en que deja de recaudar un centavo vía este impuesto.

Además del estímulo mencionado, durante estas dos semanas, Hacienda ha otorgado un estímulo complementario, un extra, para intentar frenar la escalada en el precio que pagan los consumidores por la gasolina. Este complemento es 3.87 pesos por litro de Magna, 2.75 para la gasolina Premium y 5.24 para el diésel, acreditable en el IVA e ISR que pagan los expendedores de combustibles.

Estas medidas tienen diferentes aristas. Por un lado, la decisión de Hacienda frena la subida de precios en las gasolineras, pero por otro, tiene un costo importante para las finanzas públicas. El año pasado, se recaudaron 231 mil 265 millones de pesos a través del IEPS a los combustibles. El costo de lo que no se va a recaudar solo esta semana, considerando también el estímulo complementario, está cerca de los 11 mil millones de pesos. Una sola semana tendrá el mismo costo fiscal que lo presupuestado para el programa de Escuelas de Tiempo Completo durante todo 2018.

No sabemos cómo se comportará el precio de los combustibles en el mediano plazo, en gran medida dependerá de la guerra entre Ucrania y Rusia. En consecuencia, tampoco sabemos qué medidas tomará Hacienda, ¿por cuánto tiempo seguirá dando el estímulo de 100%? ¿cuánto durará el estímulo complementario? ¿de cuánto será? El costo que estas medidas representan para las finanzas públicas no es menor, pero tendríamos que empezar a discutir sobre el costo de oportunidad de utilizar esos recursos de otra manera.

Un incremento en el precio de las gasolinas suele traducirse en el incremento en el precio de más bienes, por lo que la preocupación por un repunte inflacionario todavía mayor es muy real. Además, no podemos obviar que cuando la gasolina sube de precio se vive un enorme descontento social. Y esos descontentos se traducen en castigos electorales.

¿Qué pesará más en las decisiones que tendrá que tomar la Secretaría de Hacienda? ¿La presión sobre las finanzas públicas? ¿El costo de oportunidad de las medidas adoptadas? ¿Las elecciones? Quizás ya sepamos la respuesta.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.

Publicado en El Universal.

15-03-2022