Artículo

Expectativas de Conducta

Esta semana, Howard Davis, director de la London School of Economics (LSE), renunció a su cargo en medio de un escándalo. ¿Malversó fondos? No. ¿Cometió una deshonestidad académica? Tampoco. El pecado de Davis fue aceptar una serie de donativos para LSE, por parte del dictador libio Muammar Gaddafi. Davis no violó ninguna norma escrita, pero su comportamiento no se ajustó a las expectativas éticas de profesores, estudiantes y ex alumnos. Cada comunidad, ya sea una universidad, un municipio o un país, tiene sus propias expectativas sobre la conducta que deben mantener las personas en cargos de autoridad.

Lejos de Londres, Vera Sisniega, una valiente regidora priista del ayuntamiento de Cuernavaca, se ha enfrentado a una escala distinta de valores y expectativas. El comportamiento de Vera ha decepcionado profundamente a sus compañeros de partido. “Lo único que me debe la regidora es lealtad, porque fue Manuel Martínez quien la propuso”. La frase anterior es del propio Manuel Martínez, alcalde de Cuernavaca, quien padece del síntoma psiquiátrico de hablar sobre sí mismo en tercera persona. El presidente municipal y otros miembros del ayuntamiento morelense no le perdonan a Vera su propensión a plantear preguntas incómodas. Cuando le pidieron firmar unas actas de adjudicación de obra pública, la regidora Sisniega preguntó por qué no se había seguido la normatividad para asignar proyectos. Como respuesta, Vera fue destituida de la Comisión de Obra Pública municipal.

Si algo le hacía falta al desarrollo urbano de Cuernavaca, es una nueva estatua de Emiliano Zapata. El alcalde Martínez, sensible a los problemas de su ciudad, ordenó construir la enésima efigie ecuestre del Caudillo de Sur. Al preguntar sobre el costo del monumento, Vera fue acusada de falta de disciplina partidista. Las cosas han subido de tono. Vera Sisniega ha sido amenazada de muerte. Un pequeño café propiedad de su familia fue clausurado por autoridades municipales. En un lapso de 15 minutos, tres equipos distintos de inspectores del ayuntamiento llegaron a revisar las condiciones de operación del local. Actualmente, Vera Sisniega enfrenta un proceso de expulsión del PRI.

El diputado panista Daniel Ávila Ruiz tampoco cumple con las expectativas de conducta que tenemos los mexicanos sobre nuestros legisladores. Esto es una buena noticia. La Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM acaba de publicar una encuesta sobre la percepción ciudadana en temas de rendición de cuentas. El estudio pregunta qué tan transparente son los tres niveles de gobierno, el Poder Judicial y el Congreso de la Unión. El Poder Legislativo quedó en penúltimo lugar, sólo atrás de los tribunales. El estudio añade nuevas mediciones sobre la mala reputación de nuestros representantes populares. Sin embargo, el diputado Ávila Ruiz ha dado un paso importante para cambiar esta percepción negativa. En la página de internet danielavilaruiz.mx, el diputado yucateco presenta un desglose detallado de su trabajo legislativo y sus remuneraciones económicas. Con copias escaneadas de los recibos se pueden ver los pagos por dieta, gastos de oficina, transporte y cuotas al PAN. Asimismo hace un seguimiento sobre las iniciativas que ha presentado, a las que se ha adherido y un reporte sobre sus asistencias al pleno y comisiones. La página de internet de este legislador yucateco cumple con las expectativas de rendición de cuentas de un diputado en una democracia moderna. Desgraciadamente este nivel de transparencia es una práctica poco frecuente en el Congreso mexicano.

Si hubiera reelección inmediata, sospecho que más legisladores seguirían el ejemplo de Ávila Ruiz, y los presidentes municipales estarían más interesados en rendir cuentas y menos abocados a encargar esculturas de Emiliano Zapata. La regidora del PRI y el diputado del PAN son mexicanos excepcionales que tienen el anhelo de cambiar a su país. Estamos fritos si nuestras instituciones sólo funcionan cuando están encabezadas por individuos que son garbanzos de a libra.