El concepto de filantropía se acuñó probablemente hace unos 2,500 años con la obra: Prometeo encadenado.
Prometeo decide salvar del exterminio de Zeus a una humanidad que, por no tener conocimientos ni habilidades, vivía temerosa en la obscuridad de las cavernas. Prometeo entrega a la humanidad dos regalos. El primero es el fuego, que representa el conocimiento, las habilidades, la tecnología, las artes y la ciencia. El segundo regalo es el optimismo.
Este paquete de regalos encierra una postura profundamente liberal en muchos sentidos. Prometeo no le resuelve a la humanidad el problema, sino que le da a los hombres los medios para salvarse por sí mismos. Prometeo no guía el camino de los hombres ni les dice hacia dónde ir. Tampoco les promete llevarlos a ningún lugar mejor.
Simple y sencillamente les acerca los medios para que ellos hagan el esfuerzo y tomen las decisiones. El regalo no viene de las élites divinas del Monte Olimpo.
La generosidad de Prometeo no viene de la obligación. Su motivación es ver realizado el potencial humano. Cree en la capacidad de cada individuo de crear bienestar material, estético y espiritual para sí mismo y para los demás.
También hay titanes modernos de la filantropía. Personajes como John D. Rockefeller y John Carnegie ponen la pauta. Entre sus mayores aportaciones filantrópicas están los relacionados con la educación y la salud. La fundación Bill y Melinda Gates también se concentra en esos dos aspectos básicos para el desarrollo.
En México también existen esfuerzos muy notables de empresas y organizaciones que coordinan el esfuerzo y las contribuciones voluntarias de la sociedad para ayudar a los que menos tienen a desarrollar sus capacidades.
Pero no se necesita ser un titán con poderes sobrenaturales para ayudar. Tampoco se necesita ser millonario.
Muchas de las organizaciones filantrópicas requieren donaciones y, sobre todo, requieren esfuerzos de voluntarios de gente que tiene acumulado el conocimiento y la experiencia que puede iluminar el caminos de otros.
Esperar a que las soluciones vengan del gobierno es una postura ingenua. Incluso en países ricos, los esfuerzos privados voluntarios se toman como propia la tarea de ayudar a otras personas a superar las limitaciones que impiden su desarrollo. Involucrarse personalmente trabajando en causas que ayuden a otros a salir adelante es un gran propósito de Año Nuevo