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Fundar costumbres

El gobernante más ambicioso es aquel que se propone cambiar hábitos y transformar costumbres. Los avances más importantes de la civilización son en esencia cambios culturales. El fin de la esclavitud o la emancipación de la mujer han implicado reformas en las normas e instituciones, pero sobre todo significaron transformaciones en el comportamiento de los individuos. Estos cambios conllevan un estremecimiento sobre la inercia social, un calambre colectivo que nos lleva a mirar el mundo con ojos nuevos.

En Estados Unidos, en 1962, el presidente John F. Kennedy obligó a las autoridades de Misisipi a aceptar a James Meredith como estudiante en la universidad estatal. Meredith tenía la piel negra. Los usos y costumbres locales promovían la segregación racial. El campus universitario jamás había aceptado a una persona de color, hasta que el gobierno federal intercedió para promover un cambio cultural. Esta transformación no fue pacífica. Estudiantes racistas salieron a protestar con violencia. El propio gobernador del estado, Ross Barnett, hizo un plantón a la entrada de la universidad para impedir la inscripción de Meredith. Finalmente Kennedy tuvo que llamar a la Guardia Nacional para proteger los derechos del nuevo estudiante. Medio siglo después hay más de 2 mil estudiantes de raza negra en la misma universidad.

Kemal Atatürk, el padre de la Turquía moderna, es tal vez el estadista con mayor éxito en el empeño por transformar las costumbres de un pueblo. Este artículo es un espacio demasiado breve para narrar los cambios que vivió Turquía, durante los 15 años que duró su gobierno (1923-1938). Desde prohibir la vestimenta tradicional de los antiguos califatos hasta marcar una frontera tajante en el estado y la religión. Atatürk es uno de los grandes promotores del feminismo en el mundo. Las mujeres turcas obtuvieron el derecho al voto en 1930, 17 años antes que sus pares mexicanas. Atatürk promovió la independencia del Poder Judicial y la educación universal. Este reformador sin par fue el arquitecto de transformaciones que sobrevivieron a todas las plagas ideológicas del siglo XX. Gracias a Atatürk, Turquía es un ejemplo y esperanza de que el mundo musulmán sí puede coexistir con la modernidad occidental.

Los grandes cambios que ha vivido la humanidad son en esencia cambios culturales. El fracaso del comunismo en Europa del este fue una pérdida absoluta de legitimidad colectiva sobre las instituciones que crecieron a la sombra de la hoz y el martillo. El apoyo o rechazo social es clave para explicar el éxito de un proceso de transformación económica. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, sostiene que “el milagro económico chileno no es un milagro, sino un acuerdo político entorno a una serie de decisiones económicas que cuentan con una amplia base de apoyo social”. Países como Corea, China, Chile o India han logrado periodos de acelerado crecimiento económico con rutas y estrategias distintas. Sin embargo, todos estos países tienen algo en común: la sociedad ha dado un sólido respaldo al proceso de transformación económica. Los gobernantes de estos países, unos son demócratas y otros autoritarios, pero todos han sido buenos vendedores de la urgencia y el objetivo de los cambios en la economía.

Un reformador exitoso es un doctor que convence al paciente de las bondades de una medicina amarga. En España, Zapatero quiere convencer a los futuros pensionados de las ventajas de jubilarse hasta cumplir los 67 años. En Estados Unidos, Obama quiere vender de las virtudes de subir impuestos y en Gran Bretaña se intenta ganar apoyo para subir las colegiaturas en las universidades públicas. La suerte de estas reformas dependerá de la habilidad de los líderes políticos para forjar consensos colectivos.