¿Conoces a alguien que trabaje en el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)? Quizá sí. Pero, ¿alguna de ellas es mujer? Probablemente no. No porque no existan, sino porque su presencia en este campo es mucho menor. O, a lo mejor, conoces a alguien –como mi mamá– que estudió informática, pero nunca trabajó en ello.
En México, por cada mujer que estudia una carrera relacionada con las TIC, hay dos hombres. Y cuando llega el momento de incorporarse al mercado laboral, la brecha se amplía aún más: por cada mujer hay seis hombres. Algo no está funcionando. No solo no se logra retener su talento, sino que, muchas veces no llegan.
Aunque trabajar en este sector trae beneficios económicos importantes—como ingresos 56% más altos, mayores tasas de formalidad (71%) y mayor acceso a prestaciones laborales—, estos incentivos parecen no ser suficientes para permanecer en esos empleos.
Mi madre y mi mejor amiga estudiaron carreras TIC. Aunque en momentos distintos, ambas enfrentaron estereotipos de género que hicieron incómodo su paso por la universidad, reflejo de que las cosas han cambiado poco en los últimos años. Aquellas que logran sobrellevar el acoso, los comentarios sexistas, la presión social y el apoyo limitado para su desarrollo académico, a menudo no logran ejercer su profesión.
Lo cierto es que ni mi mamá ni mi amiga terminaron trabajando en el sector porque sintieron que no era para ellas. Fue una decisión influida por los horarios, el ambiente laboral y la falta de referentes. Cuando les pregunté si alguien las había inspirado a estudiar TIC, no supieron qué contestar. Los modelos a seguir importan. No basta con estudiar la carrera, también necesitas ver que hay un lugar para ti.
Ahora imagina a un niño o una niña de primaria en una escuela pública en el sur de México. Probablemente, tenga una clase de computación a la semana, con una computadora que comparta con otros estudiantes, que con suerte tendrá internet. Difícilmente podrá explorar o descubrir su interés por la tecnología. Estas limitaciones afectan por igual a ambos, pero la brecha digital se amplía para el caso de las niñas, quienes tienen 35% menos probabilidades que sus pares varones de aprender habilidades digitales debido a factores estructurales, culturales y sociales. Desde pequeñas, las condiciones y los recursos a los que tienen acceso moldean sus decisiones y oportunidades futuras.
Incluir a más mujeres en el sector TIC no es solo un asunto de igualdad, podría representar un beneficio económico para el país, de hasta 53 mil millones de pesos para 2030, para ser exacta, de acuerdo con el último estudio del IMCO. Para lograrlo, ofrecer mejores condiciones laborales no basta, necesitamos impulsar el talento de las niñas, apoyar a las estudiantes de carreras TIC y retener a las profesionistas en el sector. Solo así lograremos que puedan gozar de los beneficios económicos y sociales que este campo tiene para ofrecer.
Publicado en Animal Político
29-05-2025