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Inversiones para salvar vidas

FOTO: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN /CUARTOSCURO.COM

La pandemia de COVID-19 evidencia las grandes carencias que por años ha arrastrado el sector salud en México. Una de ellas es la disminución del 4% en el número de ventiladores entre 2018 y 2019, que en parte se debe a que se descompusieron y no han sido reparados, según HospiScope (la mayor base de datos de hospitalaria para Latinoamérica).

Ante la crisis, el mayor reto sanitario es el manejo de pacientes con complicaciones críticas que requieran ventilación mecánica y cuidados intensivos. No se sabe con exactitud hasta qué punto podría llegar la saturación de estos recursos. Sin embargo, el riesgo es tal que el Consejo de Salubridad General publicó hace unos días la guía bioética para que los médicos sepan a quiénes deben privilegiar en caso de que dos o más pacientes compitan por un ventilador.

Este escenario impacta a cualquier mexicano porque prácticamente todos podríamos infectarnos con el virus SARS-CoV-2. Además, según cifras oficiales al 14 de abril, enfrentamos una probabilidad promedio del 4.4% de complicarnos al grado de requerir un ventilador.

Este escenario catastrófico no está tan alejado del que viven aquellos pacientes que por años han acudido a los servicios públicos de salud y no satisfacen sus necesidades por falta de espacio, de personal, de insumos, de medicamentos y/o de equipo, entre otros. Cada uno de estos elementos podría ser motivo de una columna diferente, pero en esta ocasión quisiera profundizar en la falta de mantenimiento del equipo médico, lo que arriesga la funcionalidad de las escasas inversiones que se hacen en el sector.

Este tema es muy específico y no se menciona de forma común, pero tiene implicaciones directas para los pacientes. Desafortunadamente, es difícil identificar cuál es el porcentaje de equipo médico funcional en el país o conocer qué unidades reciben el mantenimiento que recomiendan los fabricantes. No obstante, con una búsqueda sencilla en internet se pueden encontrar varias noticias relacionadas con equipos como mastógrafos, de resonancia magnética o de rayos X que no sirven por falta de mantenimiento.

Un diagnóstico que presentó el IMSS en noviembre del año pasado también muestra esta situación. Se calcula que la edad promedio del equipo en los tres niveles de salud es de más de 35 años y varios de estos elementos están fuera de servicio por descompostura o sobreuso. A finales de 2019 se estimaba que el déficit en inversiones de equipo e instrumentos era de 201,000 artículos, con un valor de más de 18,600 millones de pesos.

La falta de presupuesto explica una buena parte de estas notas y diagnósticos. En 2020 se presupuestaron 3,047 millones de pesos para la categoría “Instalación, reparación y mantenimiento de equipo e instrumental médico y de laboratorio”, monto equivalente al 0.48% del presupuesto total de la función salud y al 19% del gasto de inversión de dicho sector. El 80% de este monto es solo para mejorar el equipo del IMSS.

Entonces, sin afán de restarle importancia a la situación actual, me gustaría preguntar cuál es la diferencia entre un adulto mayor complicado de COVID-19 que pudiera no acceder a un ventilador si hay alguien más joven esperando turno y una mujer con cáncer de mama a quien le confirman el diagnóstico varios meses después por falta de mastógrafo. Ambos pueden perder la vida por no contar con los equipos necesarios.

El coronavirus ha llegado a México y al mundo para enseñarnos múltiples lecciones. Una de las más relevantes es la importancia del bienestar del talento, de su gente. Eso implica darle prioridad al sector salud desde el presupuesto para invertir más en estos servicios y cuidar lo que ya se tiene. Asimismo, se requieren reportes periódicos de todas las instituciones de salud sobre el inventario de unidades por categoría, su ubicación, su estatus y las acciones para mantener e incrementar el equipo.

Publicado por Expansión
08-05-2020