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La clave para rescatar a Pemex

Aparece regularmente en las noticias y diversos análisis que la situación de Pemex es cada vez más complicada y los riesgos que eso representa para las finanzas públicas y, en cierta medida, para la seguridad energética. El desafío es muy grande, pero Pemex sí tiene solución.

El “rescate a Pemex” que emprendió la administración de López Obrador fracasó por una razón muy simple: se enfocó en producir más, no en generar más valor. Usando la misma analogía que el expresidente, se tenían que producir más naranjas y más jugo de naranja, pero no tuvimos más naranjas y el jugo salió demasiado caro.

El problema operativo de la empresa es que, siguiendo con la analogía, muchos naranjos son viejos y producen pocos frutos, en otras palabras, hay un poco más de 180 campos petroleros (de 249) que en conjunto suman apenas 10% de la producción de petróleo crudo en el país, que en diciembre pasado llegó a niveles no vistos desde 1979, (mientras que tan solo siete acumulan 50%). 

Por su parte, nuestro exprimidor de jugos está en mal estado y usarlo sale muy caro, es decir, el sistema de refinación produce demasiado combustóleo (un producto de menos valor que las gasolinas) con poca productividad, de tal suerte que opera con pérdidas brutas (el costo de lo vendido es mayor al valor de las ventas).   

Así pues, no se pudo producir más naranjas y aunque se produjo más jugo, este no dio rendimientos.

Por otro lado, en las finanzas corporativas está la deuda que tanto presiona a Pemex y a las finanzas públicas. A pesar de que las aportaciones de capital del Gobierno Federal para la empresa en el sexenio anterior equivalieron a casi la mitad de la deuda de la empresa, esta se redujo mucho menos y sigue cercana a los 100 mil millones de dólares.

Escucho y leo que diversos analistas sugieren que Pemex no tiene remedio y debería extinguirse. Que la quiebra técnica (que sus pasivos superan a sus activos) basta como señal de que es tiempo de vender la empresa como si fuera fierro viejo. Dichos análisis son superficiales y equivocados.

De entrada, no seré yo quien diga que el patrimonio neto de Pemex no ha empeorado o que no es un problema. Mientras que en 2012 los activos eran ligeramente superiores a los pasivos, en 2024 los pasivos eran 80% más grandes que sus activos. Escandaloso sería la mejor forma de describirlo y para cualquier empresa en esas condiciones el financiamiento es caro y difícil de conseguir.

Sin embargo, el balance de Pemex no considera su activo más importante, porque estrictamente no le pertenece: las reservas petroleras son de la nación. Pero en sus asignaciones, Pemex las controla y predeciblemente así continuará, así que tiene potencial para generar valor.

En resumen, Pemex tiene problemas operativos serios, una deuda elevada y cara, pero también posibilidades de generar beneficios económicos, sobre todo mediante la producción de petróleo crudo -siempre que este se exporte o se procese en un sistema de refinación en mejores condiciones-.

Considerando todo lo anterior, la clave para rescatar verdaderamente a Pemex está en separar su potencial de sus problemas. Hay que encontrar un vehículo para que se genere mucho valor y con él se alivien paulatinamente la deuda y los problemas operativos de la empresa.

Como mencioné arriba, lo que se ha intentado en estos años es que el Gobierno Federal le transfiera recursos a Pemex, porque el primero se endeuda con una tasa de interés más baja que la segunda. Pero ese proceso no separa la deuda del potencial de sus proyectos.

La alternativa que estoy planteando es una alianza entre el gobierno y el sector privado, a través por ejemplo de una segunda empresa petrolera que sea propiedad mixta entre el sector público y privado, y que se opere desde el segundo, creada con recursos también mixtos, procedentes por ejemplo del fondo nacional de infraestructura y fondos privados. 

Una empresa así representaría fielmente los intereses del sector público, que se condensan en maximizar el valor de la renta petrolera. Al mismo tiempo, empezaría con una hoja limpia de deuda y problemas operativos, por lo que podría acceder a financiamiento más barato y adecuado para sus proyectos, además de que puede aprovechar experiencia y desarrollar nuevo talento.

El nuevo marco legal propuesto por la administración federal permite que Pemex desarrolle proyectos mixtos, donde su socio incurra en los costos y se quede con hasta 60% de los beneficios. Esta figura podría ser un poco más relajada para que cada proyecto se pueda definir en sus propios términos y resulte verdaderamente atractivo para esta nueva empresa -o cualquier otro socio-, pero sería una fuente de beneficios para ambas empresas y, en el caso de Pemex, un camino para poder hacer frente a sus compromisos. 

Termino donde comencé: Pemex sí tiene solución, pero pasa por nuevas ideas para financiarse, decisiones operativas difíciles, una reestructura en su gobernanza y una visión de conjunto de las oportunidades en el sector.

 

Publicado en El Sol de México

21-02-2025