Investigación

La recuperación insuficiente del mercado laboral en el tercer trimestre de 2021

El 22 de noviembre de 2021, el INEGI publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y empleo al cierre del tercer trimestre de 2021. Con información disponible a más de un año del inicio de la pandemia es posible identificar algunos avances y retrocesos en la población ocupada, la calidad del empleo y la suficiencia (o insuficiencia) del mercado laboral para cubrir las necesidades de la población mexicana.

A nivel nacional, la población ocupada sumó 593 mil 482 nuevos trabajadores entre el 2º y el 3er trimestre de 2021, y ya muestra un nivel superior al observado antes de la pandemia (en el 1T2020). Mientras que en el primer trimestre de 2020 la población ocupada tenía 55.1 millones de trabajadores, al cierre del tercer trimestre de 2021 esta cifra es mayor en alrededor de 800 mil personas y alcanza un nivel de 55.8 millones de trabajadores; respecto al 1T2020, la población ocupada del 3T2021 es 1.4% mayor.

Sin embargo, la recuperación no ha compensado el incremento en trabajos que se habría visto de haber continuado la tendencia observada en la población ocupada en los 10 años previos a la pandemia (1T2010 a 1T2020): la población ocupada es menor en al menos 548 mil puestos a lo que la tendencia habría arrojado. Una situación similar se observa en 19 entidades como Nayarit, Sinaloa y Sonora, donde el nivel de la población ocupada sigue siendo menor al que se tendría con la tendencia pre-pandemia. En contraste, la población ocupada de 13 estados, como Querétaro, Nuevo León y Chiapas, ya es mayor a la que se proyectaba con la tendencia de los 10 años previos a la crisis. 

Aunque la recuperación del empleo avanza a nivel nacional, existen disparidades por sexo y por región. Mientras que la población ocupada masculina ha crecido 2.2% entre el 1T2020 y el 3T2021, la femenina ha aumentado sólo 0.2%. Dentro de los estados, ocho -los cuales incluyen a la CDMX, Quintana Roo, Puebla y Morelos- mantienen poblaciones ocupadas menores a las registradas en el 1T2020; Tabasco y Sinaloa, en particular, tienen niveles de ocupación 4% inferiores a lo registrado en el 1T2020. En contraste, Coahuila, Colima, Durango y Zacatecas tienen incrementos de más de 5% respecto al 1T2020.

La informalidad de la recuperación

Además de las disparidades en la recuperación, el empleo generado no ha sido de la mejor calidad. De los empleos creados entre el 2T2020 (cuando inició la recuperación) y el 3T2021, 78% ha sido informal. Mientras que el nivel de empleo informal actualmente es 2.1% mayor al que había antes de la crisis, el del empleo formal es mayor en apenas 0.4%. En los estados se observan situaciones similares: en 25 de ellos, más de la mitad de los empleos generados desde el 3T2020 han sido informales y en 10 entidades solo se han sumado empleos informales a la población ocupada, mientras que el número de trabajos formales se ha mantenido estancado o ha disminuido. Entidades donde la generación de empleos informales ha tenido menos peso en la recuperación entre el 3T2020 y el 3T2021 son Coahuila, Jalisco y Baja California Sur. 

Además del componente estatal, la división de los datos por sexo muestra que la recuperación de la población ocupada femenina ha tenido un componente informal mayor: 83% de los empleos femeninos generados entre el 2T2020 y el 3T2021 han sido informales, una proporción mayor a la observada a nivel nacional. En 7 estados, el incremento en la población ocupada femenina respecto al 3T2020 ha sido totalmente informal, mientras que en 27 entidades más de la mitad de los puestos agregados no tiene vínculo laboral formal.

Dado el incremento en el empleo informal observado a lo largo del último año, la tasa de informalidad laboral en el 3T2021 alcanzó un nivel de 56.3%, un nivel ligeramente mayor al observado antes en el 1T2020 (de 55.9% de la población ocupada). El nivel de informalidad laboral es similar para hombres y mujeres: en el tercer trimestre del año, 56.2% de las mujeres ocupadas tuvieron un empleo informal, mientras que la proporción para los hombres fue de 56.3%.

La insuficiencia del empleo y la brecha laboral

Además del incremento en el empleo informal, el incremento en la tasa de subocupación denota una generación de empleo vulnerable y con horas (e ingresos) insuficientes para parte de la población. Mientras que antes de la llegada de la pandemia el 8.4% de la población ocupada laboraba en un empleo con menos horas de las que está dispuesto y requiere dedicar al trabajo, la tasa actual de subocupación es de 12.9%; al inicio de la crisis, en el 2T2020, esta tasa llegó a alcanzar un nivel de 25%. Al interior del país, la subocupación ha incrementado en 28 entidades respecto al 1T2020, mientras que ha disminuido en Oaxaca, Durango, Tabasco y Chiapas; regiones con un incremento sustancial son San Luis Potosí, la CDMX y Michoacán.

Un panorama más completo de la insuficiencia del empleo en México al cierre del 3T2021 se refleja en el incremento de la brecha laboral, la cual contempla no solo a los desempleados sino a los trabajadores subocupados y a quienes podrían formar parte de la fuerza laboral pero no están motivados para buscar empleo. Desde el inicio de la pandemia, la brecha laboral como % de la fuerza laboral potencial -compuesta por las personas Económicamente Activas y la Población No Económicamente Activa pero disponible para trabajar- ha incrementado significativamente: pasó de 19.6% en el 1T2020 a 26.4% en el 3T2021, con un salto importante en el 2T2020, cuando llegó a un nivel de 48%. 

En particular, durante el 3T2021 11.7% de la fuerza laboral potencial tenía disponibilidad para trabajar pero se encontraba desmotivado para participar económicamente; 10.9% tuvo empleo pero con menos horas laborales que las deseadas (subocupación); y 3.7% buscó empleo activamente pero no lo encontró (desocupación). Así, una brecha laboral de 26.4% muestra que más de un cuarto de la fuerza laboral potencial del país tiene empleo insuficiente. A nivel estatal, la brecha laboral es más elevada en entidades como Tlaxcala, Guanajuato y la CDMX, donde supera el 30% de la fuerza potencial; en contraste, entidades como Jalisco y Querétaro tienen mercados laborales que cubren en mayor medida las necesidades laborales de la población, con brechas de entre 14% y 18%.

La calidad de los trabajos

En general, la recuperación de empleos observada a partir del segundo trimestre de 2020 ha exacerbado problemas que existían en el mercado laboral antes de la llegada de la crisis, como la informalidad y la falta de empleo suficiente. Además de generar mayor vulnerabilidad en los trabajadores del país, la prevalencia de una mala calidad en el empleo resulta en un mercado laboral menos competitivo, con peores condiciones y menos atractivo para los jóvenes que se incorporan a la población en edad de trabajar.

Por un lado, la informalidad evita que más de la mitad de los trabajadores (56.3% en el 3T2021) tenga acceso a prestaciones laborales y un cumplimiento pleno de sus derechos; implica un menor acceso a elementos fundamentales para la planeación como el ahorro para el retiro, entre otros beneficios. Además, la informalidad está relacionada con menos oportunidades de capacitación y crecimiento profesional, y conduce a un menor nivel de productividad. Aunque a nivel nacional un poco más de la mitad de la población ocupada tiene un empleo informal, hay entidades donde la proporción es más elevada: en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, por ejemplo, más del 78% de los trabajadores están en la informalidad. En contraste, la tasa de informalidad en Baja California Sur, Coahuila o Chihuahua es de entre 36% y 37%.

La informalidad está también ligada con menores ingresos laborales: Chiapas, Oaxaca y Guerrero no sólo tienen las tasas de informalidad del país, sino que sus ingresos por trabajo también son de los más bajos; a diferencia del promedio nacional de 6 mil 952 pesos de ingreso promedio mensual por trabajo, el ingreso promedio en esos 3 estados es de 4 mil 521, 4 mil 909 y 5 mil 391 pesos al mes, respectivamente. El ingreso promedio mensual más alto del país durante el tercer trimestre del año, de 11 mil 191 pesos al mes, se encontró en Baja California Sur, cuya tasa de informalidad es la segunda más baja del país

Al evaluar dos componentes fundamentales para un mercado laboral competitivo (la informalidad y los ingresos), las entidades con menor competitividad en el empleo incluyen a Chiapas, Guerrero y Oaxaca, pero también a Morelos y Puebla, donde los ingresos laborales son bajos y la informalidad laboral es alta. Las entidades cuyo mercado laboral proporciona mejores condiciones a los trabajadores son Baja California Sur, Nuevo León y Baja California, cuyos ingresos laborales promedio son los más altos del país y donde la informalidad laboral afecta a menos de 38% de la población ocupada. 

Además de las disparidades regionales, también existe una disparidad en la competitividad y la calidad del empleo en hombres y mujeres. Mientras que, en el 3T2021 las mujeres que percibieron un ingreso por su trabajo tuvieron ingresos laborales promedio de 5 mil 980 pesos al mes, los hombres recibieron 7 mil 588 pesos mensuales. Así, aunque ambos sexos tienen tasas de informalidad laboral similares (de 56.3% en hombres y 56.2% en mujeres), la calidad del empleo de las mujeres es más baja.

Por otro lado, la informalidad y los bajos salarios afectan más a ciertos sectores como las actividades agropecuarias y las actividades de hospitalidad (restaurantes y alojamiento); en esas áreas, la informalidad alcanza niveles mayores al 70% de la población ocupada, mientras que los ingresos laborales son menores al nivel nacional de $6 mil 952 pesos al mes. En contraste, los trabajadores de actividades gubernamentales o la industria extractiva y de electricidad no sólo enfrentan menores niveles de informalidad, sino que tienen ingresos hasta 70% mayores a los observados en general. La informalidad femenina es más elevada que la masculina en áreas como comercio y hospitalidad, pero menor en la construcción y el sector de transporte y comunicación.

La pobreza laboral

Tanto el elemento de la informalidad como de los ingresos tiene un efecto sobre la pobreza laboral en la que vive parte de la población del país. En el tercer trimestre del año, la proporción de la población en pobreza laboral -cuyos ingresos laborales del hogar fueron insuficientes para adquirir el valor de la canasta alimentaria para todos los miembros- alcanzó un nivel de 40.7% y registró el primer incremento en un año. A pesar de un aumento en la masa salarial y en los ingresos laborales promedio por habitante en el periodo en el contexto del crecimiento de la población ocupada, el efecto de la inflación en bienes básicos como el maíz, el jitomate o la cebolla  resultó en un incremento de 1.1 millones de personas en pobreza laboral, ya que el aumento en ingresos laborales per cápita fue insuficiente para compensar el incremento en el costo de la canasta alimentaria, que contempla los precios de un conjunto de más de 30 alimentos y bebidas que aportan nutrición básica a una persona.

La insuficiencia de los ingresos laborales promedio de los trabajadores para cubrir el costo de una canasta básica de alimentos también se refleja en el hecho de que 13.7% de la población ocupada del país tiene un ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria; 1.4 de cada 10 trabajadores tiene un ingreso mensual que no permite adquirir una canasta alimentaria personal para alcanzar nutrición básica. La proporción de trabajadores con ingreso laboral insuficiente es más alta en las mujeres, donde 17.1% tiene un ingreso insuficiente; en los hombres, la tasa es de 11.6%. 

El aumento de los precios de la canasta alimentaria tuvo un efecto mayor en el incremento de la pobreza rural (donde la cantidad de productos contemplados en la canasta es menor y da mayor peso a elementos como el maíz o las verduras y legumbres). Entre el 2T2021 y el 3T2021, la proporción de la población rural en pobreza laboral pasó de 51.8% a 53.9%, mientras que el aumento en la pobreza laboral urbana fue menor (de 36.1% a 36.6%). En el 3T2021, el costo de la canasta alimentaria rural subió 3.1% y la urbana aumentó 2.9% respecto al 2T2021; ambos incrementos son superiores a la inflación trimestral del periodo, de 1.3%. Además del componente de la inflación, el incremento en la pobreza laboral rural reflejó un estancamiento en los ingresos laborales per cápita en regiones rurales, mientras que en zonas urbanas incrementaron.

Por lo general, a una mayor tasa de informalidad (relacionada también con menor nivel de ingresos), hay mayores niveles de pobreza laboral. Los resultados del 3T2021 no fueron la excepción, ya que los 3 estados con mayor informalidad laboral (Oaxaca, Guerrero y Chiapas) fueron también los que mayor pobreza laboral tuvieron; además, Baja California Sur y Nuevo León, con la segunda y tercera tasa más baja de informalidad, tuvieron la primera y segunda tasa más baja de pobreza laboral.

Aunque el nivel de los empleos y los ingresos laborales continúa su recuperación, la persistencia de la informalidad, la subocupación y la pobreza laboral denotan una insuficiencia para cubrir las necesidades básicas y proveer empleo de calidad a los trabajadores y trabajadoras del país. Una recuperación impulsada por la informalidad no hace más que disminuir nuestra competitividad y otorgar menos herramientas a la población ocupada para tener movilidad social y crecimiento.

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