Opinión

La señora de las tlayudas

FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

Han pasado suficientes días de la inauguración del aeropuerto Felipe Ángeles para que podamos hablar con más sensatez de la señora de las tlayudas. Como suele suceder, la realidad no está en los extremos que se vieron en las redes sociales. Desde luego no está en la romantización de la pobreza y la precariedad, pero tampoco debería estar en la arrogancia de obviar una realidad.

México es un país rebosante de informalidad. La señora de las tlayudas lo ejemplifica a la perfección. Con los datos más recientes de ocupación y empleo sabemos que en febrero de este año la informalidad laboral fue 54.6% de la población. Guadalupe Piña, doña Lupita, seguramente forma parte de ese porcentaje.

La informalidad se refiere a los ocupados que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan y cuyo vínculo laboral no es reconocido por su fuente de trabajo. Incluye a las personas que trabajan en unidades económicas no registradas y a los ocupados por cuenta propia, entre otros, que laboran sin la protección de la seguridad social. Como la informalidad se calcula a partir de la población ocupada, doña Lupita forma parte de los casi 29 millones de personas que trabajan sin prestación alguna.

Mucho se habla de la recuperación del salario mínimo en años recientes. Es un logro importante. Sin embargo, no perdamos de vista que el salario mínimo —como la seguridad social, los días de vacaciones, el servicio médico, el derecho a una pensión— es una prestación que aplica únicamente al sector laboral formal, es decir, aquel que cotiza a un sistema de seguridad social como IMSS o ISSSTE. No conozco los detalles de la condición laboral de Guadalupe Piña, pero lo que se observó ese día nos deja ver que probablemente no solo trabaje en la informalidad, sino también en el sector informal, es decir, a partir de los recursos de su hogar sin llevar registros contables.

Con los datos reportados en la ENOE, que incluye empleo formal e informal, de los 56 millones de personas ocupadas en el país, 66% reciben un máximo de dos salarios mínimos. Con una alta probabilidad, los datos de ingreso se encuentran subestimados, pero de cualquier manera la cifra es reveladora. Las cifras que nos revela el IMSS van en el mismo sentido, 57% de la población ocupada en el sector formal —únicamente el afiliado al IMSS— recibe hasta dos salarios mínimos.

El aeropuerto Felipe Ángeles se ubica en el municipio de Zumpango en el Estado de México, cercano al municipio de Tecámac. Es probable que doña Lupita viva en alguno de esos municipios. El porcentaje de población en situación de pobreza en Zumpango fue 58.5% en 2020, 16 puntos porcentuales más de lo que había sido en 2010. La pobreza extrema en ese mismo municipio fue, también en 2020, 7.8% de sus habitantes. En Tecámac, la situación es marginalmente mejor. En 2020 la población en pobreza fue 40.2%, mayor en 7.4 puntos porcentuales a la que había sido en 2010. En pobreza extrema se encuentra 4.2% de la población en ese municipio.

Poco se habla de informalidad. ¿Cómo podremos ser un mejor país con esas cifras? ¿Cómo podremos avanzar si la única oportunidad laboral de millones de personas como Guadalupe Piña es emplearse de esa manera? Hablamos de mejores condiciones laborales, pero para millones de trabajadores es solo narrativa. ¿Haremos algo con la informalidad o nos conformaremos con romantizarla?

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representa la postura institucional.

Publicado en El Universal 

12-04-2022