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La mentada y el paraíso

Bienvenidos al paraíso fiscal mexicano. El Congreso ha decretado borrón y cuenta nueva para municipios endrogados, gobernadores despilfarradores y evasores de obligaciones tributarias. Si pagas tus impuestos puntualmente, tu diputado te ha insultado. La asamblea encargada de representar los intereses de los ciudadanos se ha mofado de tu esfuerzo por ser un contribuyente cumplido. En teoría, la chamba de los diputados es llevar tu voz al centro de los debates de la República. En la práctica, los legisladores tienen un oído muy atento para escuchar los lloriqueos de ayuntamientos y gobernadores. A la hora de tomar las decisiones de cómo se cobran los impuestos y quién se beneficia del gasto público, el sonido de tus palabras y tus intereses es sólo un ruido de fondo. Al aprobar la Ley de Ingresos 2013, el Senado ratificó la mentada que te profirieron los diputados.

Nuestros legisladores, le hicieron un generoso obsequio a los gobiernos estatales y municipales: una condonación del 60% sobre las deudas por el pago de ISR de sus trabajadores. Gobiernos estatales y municipales podrán descontarle a sus empleados el Impuesto Sobre la Renta, pero ese dinero nunca llegará a los cofres de Hacienda. Los recursos se quedarán en las bolsas de entidades y ayuntamientos para pagar las bacanales financieras de los últimos años.

Ponte en los zapatos de un empresario que arriesga su capital, crea empleos y paga sus impuestos. Ese empresario, grande o pequeño, mucho agradecería la posibilidad de ahorrarse la carga tributaria que generan sus empleados. Pero en México hay contribuyentes de primera y de segunda, unos son tratados con clemencia fiscal, mientras que otros reciben todo el peso de la ley. Al insulto se sumó el agravio. El Congreso decidió violar el compromiso legal de reducir la tasa máxima de ISR del 30 al 29%, según había quedado establecido en la Ley de Ingresos de 2009. En aquel año, el Congreso subió 2% la tasa impositiva con la justificación de fortalecer las finanzas públicas ante la crisis financiera global. En el año de 2013, la tasa de ISR debería regresar paulatinamente a los niveles anteriores a la crisis. Eso no va a ocurrir. Alguien tiene que pagar los favores fiscales para gobernadores y presidentes municipales.

En su empeño por erosionar cualquier asomo de cultura de responsabilidad fiscal, el Congreso también apapachó a contribuyentes morosos que no habían cumplido con sus obligaciones antes del año 2007. Eso sí, para 2013, hay que estar listos y contentos para el aumento de impuestos que conllevaría una eventual reforma fiscal. Hay varios municipios en el país que tienen serios problemas financieros. La torpeza y probablemente la corrupción han dejado a ayuntamientos, como Acapulco y Cuernavaca, en plena bancarrota. Esos municipios necesitan ayuda, pero no a través de una legalización discrecional de la evasión fiscal.

Toda crisis es una oportunidad. México tiene una de las recaudaciones de impuesto predial más bajas del mundo. En una tabla de la OECD que compara la recaudación de predial en 39 países, México está en el lugar 37. Sólo estamos arriba de Grecia y Guatemala. Con periodos de gobierno de sólo tres años, sin reelección, ni servicio civil de carrera, los ayuntamientos no tienen posibilidad de aprovechar el potencial recaudatorio del impuesto a la propiedad. A cambio de un rescate financiero se puede forjar un nuevo mecanismo voluntario de coordinación fiscal entre estados y municipios.

Los gobiernos estatales cobran el predial, pero hacia el futuro, los municipios tendrían garantizadas transferencias financieras iguales o superiores a lo que recaudaban antes del acuerdo. También se podría imponer una regla que todos los créditos a municipios se deben garantizar en un 25% con los ingresos derivados del predial. El techo de endeudamiento estaría determinado por su capacidad de recaudación. El paraíso fiscal es una salida falsa. México se merece soluciones de largo plazo y los contribuyentes cautivos una disculpa sincera.