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La telenovela china

La experiencia más exitosa en la historia del capitalismo se escribe con caracteres chinos. En tres décadas, el gigante asiático no ha vivido un solo año de contracción económica. A partir de 1980, la expansión de la prosperidad construyó un puente para que más de 200 millones de personas transitaran de la pobreza a la clase media. Hay muchas narrativas que buscan explicar el crecimiento económico de China. La siguiente hipótesis explicativa tiene un guión de culebrón del Canal de las Estrellas.

Toda telenovela requiere de una guapa y sufrida protagonista. Nuestro personaje central se llama Gong Li y vive en una provincia rural rodeada de campos sembrados de arroz. Ella es una hija única. Su padre y su madre también son hijos únicos. La hermosa Gong sufre las presiones inherentes de una pirámide demográfica volteada de cabeza: una nieta que mantiene a sus dos padres y sus cuatro abuelos. De acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas de China, una persona que vive en las zonas rurales tiene un ingreso promedio de dos dólares diarios, mientras que en las ciudades el ingreso es de casi siete.

El incentivo de Gong para mudarse a una zona urbana es evidente. Su problema es que no puede cambiar su hukou, la licencia que otorga el gobierno para mudarse de una región a otra. Una persona con un hukou rural sólo se puede mudar a otra zona rural. Un hukou con domicilio en una ciudad permite libertad de tránsito entre distintas metrópolis. Un régimen comunista que nació con la intención de abolir las clases sociales ha creado una sólida división entre dos castas demográficas: los pobres rurales y los clasemedieros urbanos. A lo más que puede aspirar Gong es a conseguir un permiso de residente temporal para trabajar por un tiempo en la zona costera, donde se asientan los centros manufactureros.

El valor agregado de la agricultura es relativamente bajo frente a la producción industrial. Cuando un campesino deja su sembradío y se pone un overol para ir a una fábrica, su productividad se incrementa de manera súbita. Multipliquemos la historia de Gong por millones de personas que han dejado los arrozales para integrarse al sector de la manufactura o la construcción. En 1960, el 84% de la población china vivía en el campo, ahora es el 55%. El ingreso de un residente urbano es 3.3 veces superior al de la población rural. La diferencia de ingreso entre México y Estados Unidos para un trabajador migrante es muy semejante: 3.7 veces.

Gong se mudó a Shanghai, la décima ciudad más poblada del mundo. La ausencia de derechos laborales elementales y la carencia de libertades básicas fueron motivo de injusticias y humillaciones. Sin embargo, su ingreso le permitió generar un nivel de ahorro inédito en la historia de su familia. Sus padres pagaron deudas y empezaron a adquirir bienes de consumo que antes parecían un sueño imposible. Vivir en la ciudad le permitió tener mejor acceso de agua potable y salud. Si el hijo de Gong llegará a nacer en Shanghai y obtuviera un permiso de residencia, tendría acceso a uno de los mejores sistemas educativos del planeta. Sin embargo, esta historia es materia de otro drama por capítulos. La moraleja de la telenovela hace énfasis en el papel de la migración en el aumento de la productividad y la reducción de la pobreza.

En México, cerca del 60% de las personas que viven en condiciones de pobreza alimentaria viven en el campo. En el municipio de San Lorenzo Texmelucan, en Oaxaca, el 96% de la población vive en una situación de pobreza patrimonial. Quedarse a residir ahí es una condena a la penuria y la indigencia. La política social del gobierno difícilmente puede combatir la pobreza en zonas donde hay nulas posibilidades de generar alguna tímida versión de la prosperidad. Dar herramientas para permitir la migración puede ser una de las formas más eficaces de combatir la pobreza. Eso no es un guión de telenovela, sino una premisa lógica en el diseño de políticas públicas.