Para una niña que vive en una familia tradicional en México, donde el hombre es el proveedor económico y la mujer es la principal cuidadora, los roles que observa representan lo que se esperará de ella cuando sea mayor. Es una realidad que tendemos a repetir los patrones que vemos en nuestro hogar y para muchas niñas, este es el modelo a seguir que se les presenta. Los roles de género o las responsabilidades socialmente asignadas a las personas por ser hombres o mujeres se empiezan a internalizar desde la infancia y se desarrollan con el tiempo.
Aunque las tareas del hogar cuando las realizan los miembros de la familia no tienen un salario asociado, son fundamentales para mover la economía. Gracias a ellas los hogares funcionan, las infancias se desarrollan, y otras personas pueden tener un empleo, es por esto que el trabajo no remunerado aporta un valor económico al país.
La diferencia entre el valor económico que aportan las mujeres por el trabajo no remunerado que realizan en comparación con los hombres empieza en la infancia y se amplía en la adolescencia y la adultez. Según datos del INEGI, en 2021 las niñas realizaron una mayor proporción de las tareas del hogar y de cuidados a la semana en comparación con los niños de su misma edad.
En la infancia el porcentaje adicional que dedican las niñas al trabajo no remunerado es de 2%, pero aumenta a 45% al llegar a la adolescencia. Es decir, las adolescentes aportan 73% del valor económico del trabajo no remunerado frente al 27% que aportan los hombres de su misma edad.
Las mujeres adultas asumen aún una mayor carga. De los 20 a los 59 años, las mujeres aportan 81% del valor económico en tareas del hogar y de cuidados. A partir de los 60 años la diferencia entre lo que aportan hombres y mujeres empieza a disminuir. Esto es de esperarse por ser un grupo poblacional que requiere de mayor atención, y es probable que sean las mujeres adultas quienes proveen estos cuidados.
El hecho de que una niña dedique más tiempo a estas tareas implica que le queda menos tiempo para aprender, jugar, y crecer. En esta etapa de su vida, la carga desproporcionada de trabajo no remunerado limita sus oportunidades de desarrollo y moldea su vida que trasciende su infancia, pues los roles y expectativas se quedarán con ella cuando crezca. Cuando sea mayor, esta carga se convierte en una de las principales barreras para su incorporación a la economía remunerada y limita el tiempo disponible para estudiar, descansar, o generar un ingreso propio.
La buena noticia es que los grandes cambios inician con pequeños pasos. Estas fiestas decembrinas son una gran oportunidad para romper desde casa con los roles de género y que tanto hombres como mujeres ayuden por igual. Para construir un futuro más inclusivo, es necesario empezar por fomentar la corresponsabilidad en tareas del hogar y de cuidados desde la niñez, para que niños y niñas tengan las mismas oportunidades.
Publicado en La Lista.
21-12-2022