El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND) estableció como meta para 2024 alcanzar la salud pública universal, lo que implicaría ofrecer atención médica a todos los mexicanos. Cinco años después y a pesar del aumento en recursos destinados a la salud pública, sin embargo, México está más lejos de este objetivo. ¿Qué ha salido mal? Errores en el diseño y la ejecución en las políticas de compra de medicamentos explican parte de este panorama.
Si la salud pública ha logrado atender a menos pacientes en años recientes es en buena medida porque el precio de los tratamientos ha subido y lo que antes alcanzaba para curar a más hoy alcanza para curar a menos. ¿Qué tanto menos? Mucho: entre 2019 y 2022 se observó un incremento real del costo en el tratamiento de diabetes mellitus (+5%), hipertensión arterial (+25%), insuficiencia renal (+29%) y cáncer (+29%) en el IMSS.
Una parte de este incremento de costos se explica por los cambios de estrategia en la actual administración para comprar medicinas, los cuales han resultado en la adquisición de medicamentos más caros. En el fondo de estos cambios se encuentra la gestión deficiente de las compras consolidadas —política que consiste en agrupar la demanda de las instituciones para comprar todas las medicinas en un solo procedimiento—, que llevó a que las instituciones públicas de salud tuvieran que recurrir a compras independientes con urgencia y con poco tiempo de anticipación.
Dicho fracaso resultó en que durante 2022 se realizaran en promedio 67 compras urgentes de medicamentos por día, lo que implicó competencia entre las unidades compradoras para evitar el desabasto y, por ello, mayores precios. Esta dinámica, que es similar a una subasta en la que los medicamentos se le venden al mejor postor, y que en 2022 acumuló 14 mil millones de pesos, incentivó el incremento de precios en el mercado nacional y terminó por afectar también a otros compradores.
Después de muchos cambios en la política de compras consolidadas, que pasó de administrarse por el IMSS (2013-2019) a Hacienda (2020) y al Insabi-UNOPS (2021-2023), estamos más lejos de la salud pública universal que hace cinco años porque los recursos rinden mucho menos. ¿Podrá el IMSS-Bienestar aprender de los errores de las otras instituciones para revertir esta tendencia? No parece que vaya a ser el caso, no al menos en 2024, año en el que este órgano va a empezar a consolidar las compras.
La experiencia de años anteriores y lo que han hecho otros países como China, Sudáfrica o Brasil nos dice que no bastan las políticas simplistas para comprar medicamentos a precios accesibles. Si el problema fueran únicamente los monopolios, como se diagnosticó desde el Ejecutivo, los precios se habrían reducido en este sexenio. Lo que obtuvimos con los cambios de esquema de compras, por el contrario, fue una sustitución de precios de monopolio por una subasta que los llevó incluso más arriba que antes.
Con cada vez más enfermos que son cada vez más caros de tratar, la pesadilla que viven miles de familias tendrá más monstruos, hasta que la única vía financieramente posible sea que los mexicanos paguemos por estos servicios de salud de nuestro propio bolsillo.
Publicado en Animal Político.
28-10-2023