Hace poco leí el libro Mujeres Invisibles, de Caroline Criado Pérez, el cual describe, a través de vastos e interesantes ejemplos, cómo nuestro mundo está diseñado para hombres. Este sesgo comienza desde que las estadísticas y las investigaciones no captan los efectos diferenciados sobre las mujeres, lo cual lleva a diagnósticos incorrectos o parciales.
Este fenómeno es mundial, no es exclusivo de México. Sin embargo, es algo que se debe corregir si queremos construir un país más incluyente, en donde sea más fácil para las mujeres alcanzar autonomía económica si lo desean.
Con este espíritu, el Instituto Mexicano para la Competitividad ( IMCO ) sistematizó y analizó los escasos datos de género que publican 157 empresas que emiten acciones en la Bolsa Mexicana de Valores y en la Bolsa Institucional de Valores.
Los resultados principales no sorprenden a muchos, debido a que las cifras hacen evidente la falta de mujeres en la toma de decisiones: por cada 10 miembros del consejo de administración hay una mujer, solo 3% de las empresas tienen una directora general y 8% de las direcciones financieras, así como 21% de las direcciones jurídicas, están en manos de mujeres. Incluso, en pleno Siglo XXI, 33 de las empresas analizadas no cuentan con ninguna mujer en estos puestos.
Estas empresas deben publicar el sexo de quienes ocupan sus puestos de mayor nivel. Sin embargo, poco más de una tercera parte de las empresas analizadas (48) también incluyeron en sus reportes de sustentabilidad la proporción de mujeres en su plantilla laboral, el porcentaje de mujeres en otras direcciones de área y detalles sobre las políticas de inclusión que implementan.
Por estas empresas se confirma que, bajo las condiciones actuales, se pierden mujeres conforme asciende la jerarquía de los cargos. Además, los programas más frecuentes de inclusión se concentran en capacitación continua de colaboradoras, estrategias para añadir diversidad a los equipos y programas de maternidad o paternidad. ¿Estas responderán a las principales necesidades de las beneficiadas?
Las estadísticas con perspectiva de género pueden marcar una diferencia para las organizaciones, ya que permiten medir y concientizar las brechas en toda la estructura. Esto, a su vez, permite hacer autodiagnósticos profundos que sean la base para el diseño de políticas de inclusión efectivas. Si esta información se difunde puede fungir como una señal para atraer a posibles colaboradores e inversionistas.
En un mundo diseñado para hombres, tener mujeres en puestos altos es clave. Por un lado, visibiliza el talento y capacidades de las mujeres, lo que inspira a las más jóvenes. Por el otro, hay evidencia de que las organizaciones con mayor diversidad se adaptan mejor al cambio, analizan el riesgo de forma distinta e invierten más en el desarrollo de los colaboradores.
Si el sector privado mexicano quiere dar un paso real hacia la igualdad entre mujeres y hombres, debe pensar cómo transformar la cultura interna para captar a más mujeres, retenerlas y facilitar su crecimiento profesional, de modo que sea común que lleguen a los puestos de mayor jerarquía. El primer paso para lograrlo es partir de datos donde las mujeres dejemos de ser invisibles.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en Expansión.
11-10-2021