El covid-19 es un enemigo aterrador y difícil de vencer. La pandemia cada vez se alarga más y pareciera que de lo único que estamos seguros es de la gran incertidumbre que hay en torno al virus. Los humanos estamos desesperados de encontrar algo para salir de esta situación y no sentirnos tan vulnerables.
Es aquí donde el pensamiento mágico encuentra piso fértil. Tal vez por eso muchas personas usan el dióxido de cloro, a pesar de que científicos lo han ligado con daños a la salud, y habrá venezolanos que ansíen las “gotitas milagrosas” que acaba de anunciar Nicolás Maduro.
En México, pareciera que las autoridades han caminado por esta línea para sobrevivir la pandemia. En vez de hacer un plan consistente e invertir más presupuesto para salud, nos han hablado de fuerza moral, han hecho promoción de los detentes y acumulado horas de conferencias de prensa donde, empezando por el Dr. Hugo López-Gatell, cambian de opinión a conveniencia. A pesar de esa capacidad, no han querido rectificar en la estrategia con base en las evidencias como dice Laurie Ann Ximénez-Fyvie.
El resultado: México defiende su lugar como el peor país para manejar la pandemia según el índice de Bloomberg (actualización al 25 de enero de 2021). Con base en estos datos, tenemos la tasa de letalidad más alta y la mayor proporción de pruebas positivas, de las pocas que se aplican.
Este índice no es solo una colección de estadísticas que desfavorecen a México. Tristemente, se han traducido en más de 108 mil muertes por covid-19 entre enero y agosto 2020 (Inegi), cifra 44% mayor que las 75 mil que nos había anunciado la Secretaría de Salud para el mismo periodo.
¡Y falta conocer la diferencia para el cierre del año, periodo en que hasta las cifras oficiales registraron un incremento más acelerado! Entre el 20 de marzo y el 6 de agosto el promedio de muertes diarias fue de 363, mientras que entre el 24 de noviembre y el 25 de enero esta tasa creció más del doble, hasta 748 muertes diarias. Cada una de ellas son pérdidas incuantificables que han causado profundo dolor a sus seres queridos y, es muy probable que también estragos económicos.
La vacuna es la protección científica que muchos estamos esperando. De acuerdo con el mismo índice de Bloomberg, 119% de la población en México, o sea la población total y un poquito más, tendrá acceso a la vacuna anti-covid según los acuerdos de oferta. Sin embargo, esto pueden ser palabras vacías, cuando ni siquiera es claro que el personal de salud de primera línea será vacunado y recibirá los refuerzos a tiempo (no hay evidencia de que la vacuna de Pfizer-BioNTech sea efectiva si el refuerzo se aplica después del día 42).
Por las noticias de la semana pasada, una de las grandes esperanzas para México es la vacuna rusa. Sin embargo, no hay respaldo sobre su efectividad y hay poco margen para darle legitimidad al proceso de aprobación en Cofepris, la cual hoy depende del Dr. López- Gatell, el mandatario que apuesta por la vacuna.
A 11 meses del inicio de la pandemia, es una lástima reconocer que el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha aprovechado su cercanía con la gente para dar ejemplo que fomente las precauciones entre los ciudadanos como usar cubrebocas, lo que afecta sobre todo a quienes más confían en él como dice Maite Azuela.
Es una pena que no haya usado su capital político para implementar planes basados en la ciencia y controlar los contagios. Espero que con la recuperación del presidente, ahora que es parte de las estadísticas, venga un cambio de estrategia donde lo que verdaderamente importe sea la salud de la población y no los caprichos electorales.
Publicado por Expansión
01-02-2021