Los salarios son el elemento más relevante en la determinación de los precios. En ese sentido, grosso modo, se esperaría que con incrementos generales en los salarios se produjeran incrementos en los precios. Esos aumentos podrían causar incrementos subsecuentes en los salarios que llevarían a otro brinco en precios. Ese fenómeno —la espiral de precios y salarios— fue durante años el argumento utilizado para impedir que el salario mínimo se ajustara.
Pero no son los salarios mínimos los que determinan los precios; son, más bien, los salarios medios que se pagan en la economía los que nos pueden dar pistas sobre el comportamiento de la inflación.
A principios de esta administración se decidió incrementar el salario mínimo de 88.36 pesos diarios a 102.68 pesos y 176.72 pesos en la frontera norte. No hubo, al menos ese año, efecto faro, efecto que describe el traspaso del incremento en los salarios mínimos hacia el resto de los salarios de la economía. La inflación también estuvo a raya durante 2019. Con el paso de los años, se han dado incrementos subsecuentes en los salarios mínimos, al mismo tiempo que hemos observado un aumento importante en la masa salarial.
El incremento en los salarios mínimos ha sido de 253% en la frontera norte y de 135% en el resto del país en lo que va de la actual administración. La masa salarial también ha aumentado en un poco más de 19% en términos reales. Hoy no contamos con una base de información sólida que nos permita conocer con certeza los salarios de los mexicanos. Para entender mejor el fenómeno precios y salarios necesitaríamos mejores datos del mercado laboral dada la enorme informalidad que existe en el país. Contamos básicamente con dos fuentes: la información del IMSS y la proveniente de la ENOE.
Según los datos del IMSS, el número de personas que recibe hasta un salario mínimo ha aumentado en lo que va de esta administración 531%. Los que reciben entre uno y dos salarios mínimos ha crecido 61%. Todos los demás rangos han disminuido. El rubro que reporta a quienes ganan más de diez salarios mínimos ha sido el que más ha caído con una disminución de 59%. La ENOE muestra la misma tendencia, pero en magnitudes distintas. La población que reporta percibir hasta un salario mínimo ha crecido 110%, aquella que gana entre uno y dos salarios mínimos ha aumentado 33%. En contraste, la población que percibe ingresos más altos, al igual que con los datos del IMSS, se ha contraído y el rubro que más lo ha hecho es el de ingresos por arriba de cinco salarios mínimos (el último rango que considera la ENOE) con una disminución de 63.79%.
La inflación acumulada en la administración del presidente López Obrador es 24.52%. El dato correspondiente a la primera quincena de abril fue optimista, ya es posible ver una tendencia a la baja, aunque siguen existiendo algunas presiones en precios.
La duda es si una de esas presiones inflacionarias está dada por los salarios. Tiendo a pensar que sí. El mercado laboral aún no termina de ajustarse frente a los enormes cambios impulsados por la pandemia.
A todos nos gusta que haya mejores salarios, pero no que se pierda el poder adquisitivo obtenido por el incremento en los precios. De ahí la necesidad de entender mejor el fenómeno y las causas tras esta inflación que está resultando más “pegajosa” de lo anticipado.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
25-04-2023