El estrés hídrico -situación donde la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible- está estrechamente relacionado con el aumento de las sequías debido al cambio climático. México es un país vulnerable a sequías, con 52% de su territorio ubicado en clima árido o semiárido. Aunque las sequías son fenómenos recurrentes, durante la última década estas han ido en aumento en frecuencia, intensidad y duración. En este contexto, a pesar de que la disponibilidad suficiente y de calidad del agua es un asunto de gestión, resulta esencial contar con un presupuesto adecuado que permita abordar las necesidades relacionadas con el agua para el desarrollo social y económico, a la vez que se toma en cuenta la variabilidad climática.