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Se cayó la llamada
La imposibilidad de terminar una conversación por teléfono celular es parte de mi vida cotidiana. Con frecuencia semanal, a veces diaria, tengo que marcar tres veces el mismo número para culminar una charla de 5 minutos. Tengo un colega que vive en la ciudad de Cuernavaca, hablar a su casa es un vía crucis tecnológico que me inspira a la crianza de palomas mensajeras. Comunicarse a una ciudad que está a unos 80 kilómetros del Distrito Federal es como comunicarse a Timbuktú. Mis frustraciones como cliente de Telcel ¿son una anécdota personal o un problema estructural de la economía nacional? El estudio de la OECD sobre telecomunicaciones en México me hace pensar que el problema rebasa por mucho la evidencia limitada que puede aportar un consumidor aislado.