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Un debate sin ambiente

Viviendo en uno de los países más vulnerables al cambio climático, con una de las pérdidas de biodiversidad más graves en el mundo y un pésimo manejo del agua, es preocupante que ninguno de los tres candidatos con más posibilidades de ser Presidente le haya dedicado mención a su agenda de política ambiental en el segundo debate.

En este último encuentro, la sección correspondiente a propuestas ambientales quedó vacía. Ninguno de los tres se tomó 30 segundos para explicarnos cómo enfrentaría la crisis ambiental que vive el país. Tal pareciera que para ellos la pobreza económica no tiene nada que ver con los problemas ambientales. Sin embargo, quien haya dedicado un poco de tiempo a entender la pobreza sabrá que cuando existe acceso a agua potable y drenaje la tasa de mortalidad infantil disminuye 25% (OMS) o que el costo del agotamiento y degradación ambiental de México se estima en casi 1% del PIB al año (INEGI). Nos empobrecemos aún más rápido de lo que combatimos la pobreza, sólo por el desgaste ambiental.

Aunque dentro de las propuestas de política ambiental presentadas por estos partidos (ante el IFE) existen múltiples acciones, la mayoría es general y no atiende las causas de las peores crisis ambientales. En biodiversidad, ninguno dice cómo dar seguridad jurídica a la tierra, uno de los principales inhibidores de la conservación de selvas y bosques, según expertos.

La semana pasada participé en un foro que organizó el PNUMA con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente. Entre las distintas voces en la materia, una de las grandes coincidencias fue la necesidad de garantizar la seguridad jurídica para preservar la biodiversidad en el país. Mantener dos sistemas jurídicos sobre la tierra (agrario y civil) hace imposible conservar las selvas y bosques de acuerdo con académicos, secretarios de Medio Ambiente y ambientalistas, quienes también coincidieron en que los subsidios como Procampo y Progan incentivan la tala.

En cuanto al agua, las propuestas se quedan en hacer que se cumpla la ley, emplear tecnologías para tener un uso más eficiente del líquido y otros lugares comunes, pero nadie habla de generar mercados de agua con derechos intercambiables o de cómo quitarle la facultad a los congresos locales para ponerle un precio al agua que refleje su escasez.

Ante la falta de propuestas de fondo y el silencio ambiental en debate, no nos queda más que esperar que la próxima o próximo Presidente de México tenga suficiente apertura con la sociedad civil para reforzar sus propuestas en la materia.