Para que un país que está rezagado en materia económica pueda alcanzar a uno con una producción mayor, el primero tiene que crecer más rápido, es decir, a tasas más altas, que el segundo. Por esto, es común observar que las economías industrializadas tengan tasas de crecimiento menores a las que tienen economías emergentes, como la mexicana. Debería de ser normal que México creciera a una tasa significativamente más alta que la tasa a la que crece Estados Unidos, por ejemplo.
La misma lógica aplica para los estados o las regiones que se encuentren rezagados en comparación con otras. Si queremos cerrar la brecha existente entre las regiones del país —típicamente la diferencia entre el sur y el centro y el norte— el sur, aunque parezca una obviedad, tiene que crecer a tasas por arriba de las tasas a las que crecen las otras.
Veo el Reporte sobre las Economías Regionales de Banco de México y los datos ahí presentados muestran evidencia de ese crecimiento económico, pero esa claridad solo aparece en el segundo trimestre de 2023, no en fechas previas, conforme el mismo reporte. Por ejemplo: en el segundo trimestre de este año, con el indicador de Banco de México —la región sur del país (Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán)— creció 6% en su comparación anual, mientras que la zona Centro (CDMX, Edomex, Guanajuato, Hidalgo, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala) —la segunda en crecimiento— creció 3.2%.
Vamos ahora al segundo trimestre del año pasado, porque para que esto funcione para disminuir brechas, el mayor crecimiento tiene que ser sostenido en el tiempo para lograr incrementos en los niveles. La tasa de crecimiento del sur para el mismo trimestre de 2022 fue 3.17%, rebasada por la tasa de la región Centro-Norte (Aguascalientes, Baja California Sue, Colima, Durango, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí, Sinaloa y Zacatecas) que fue 4.94%. Es decir, los datos que presenta Banxico son alentadores en ese sentido, pero son solo una observación, posiblemente la primera de una serie que ojalá se mantenga.
El subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, expresó que la razón tras este crecimiento es la inyección de inversión en infraestructura, según reportó ayer El Financiero. ¿Será?
El PIB de Tabasco al cierre de 2018, antes de la construcción de la refinería de Dos Bocas, era de 457 mil 929 millones de pesos. Grosso modo, al estado habrán entrado entre 2019 y 2024 aproximadamente 21 mil millones de dólares, es decir, algo así como 367 mil millones de pesos. Con estos datos de gasto público, ustedes díganme si les sorprende que Tabasco haya crecido —en promedio anual— durante los últimos cuatro años 8.14%. Es más, me parece poco para la magnitud del gasto.
Me gustaría pensar que en efecto el sur ya entró en una senda de mayor crecimiento y que finalmente se irán cerrando las brechas regionales. Habrá que darle —solo un poco más— el beneficio de la duda a esos proyectos para ver si generarán crecimiento sostenido o se volverán únicamente proyectos que extraigan recursos a través de subsidios para mantenerlos operativos. Al tiempo.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en El Universal.
26-09-2023