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Mujeres para impulsar el desarrollo

Autora: Ryan Cohen*
En México es casi imposible escalar del estatus socioeconómico de nacimiento. Esta inmovilidad frena la cohesión social y el bienestar económico de la nación.
Expertos como Raj Chetty, profesor indio-estadounidense de economía en la Universidad Stanford, han mostrado que, como ocurre en casi todos los ámbitos sociales, la movilidad socioeconómica está distribuida desigualmente. En Estados Unidos, el lugar donde se nace afecta profundamente la probabilidad de subir la escalera social.
También hay tasas de extrema inmovilidad social en México. En este Día Internacional de la Mujer, y con la Elección presidencial acercándose, no hay mejor momento para hablar de cómo enfocarse en impulsar que esa población del estrato bajo, las mujeres pobres, puedan contribuir a avanzar al País.
La tasa de movilidad social en México es baja -una de las menores en Latinoamérica-, más limitada entre mujeres y afecta a las más pobres. Un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) concluyó que es menos probable que una mujer supere el nivel de escolaridad de su padre o tutor a que un hombre lo haga. Por ejemplo, en personas cuyo proveedor principal de la niñez no tuvo escolaridad, 14.9 por ciento de los hombres alcanzó el nivel medio superior o superior, mientras que solamente 11.1 por ciento de las mujeres pudo lograr lo mismo. O sea, hay mayor probabilidad de que una chica con padres pobres permanezca pobre a que un chico nacido en las mismas condiciones se quede así.
Esta inmovilidad también se puede observar en la exclusión de mujeres en otras oportunidades, desde el propio sistema educativo hasta el liderazgo corporativo. Por ejemplo, en México es tres veces más probable que las chicas sean "ninis" (ni estudian ni trabajan) que los chicos. De acuerdo con el Banco Mundial (BM), solamente 45.5 por ciento de las mujeres está en la fuerza laboral, en comparación con 79.5 por ciento de los hombres, y las que sí están ganan, en promedio, 49 por ciento menos que ellos por trabajos similares. Además, las mujeres son más propensas que los hombres a trabajar en el sector informal con menor remuneración, es menos probable que usen internet y que formen parte de juntas directivas corporativas o en puestos de alta dirección en las empresas.
Por si fuera poco, las mujeres padecen una alta inseguridad física. Se estima que 66.1 por ciento de las mujeres en México sufrió de violencia en 2016 y 80.5 por ciento reportó sentirse insegura en su propia ciudad en 2017. De este modo, no es difícil imaginar que la alta sensación de inseguridad física pueda impactar a su toma de decisiones e incluso obstaculice sus capacidades frente a oportunidades socioeconómicas, una desventaja que a su vez se transmite a sus hijos.
Pero hay esperanza. Propuestas innovadoras están surgiendo desde la sociedad civil, demostrando una intención de invertir en las mujeres.
Por nombrar sólo un ejemplo, la ONG mexicana CREA ha capacitado a 35 mil mujeres de comunidades marginadas para que emprendan. Su nombre tiene raíz en las palabras "creer" y "crear": creer en lo que uno crea, en las habilidades de las mujeres, en su potencial y en el País.
Según la primera evaluación de CREA, 75 por ciento de los negocios de sus participantes estaba perdiendo dinero cuando sus dueñas entraron al programa; sin embargo, al final subió la probabilidad de que las mujeres trabajaran en el sector formal y sus ganancias semanales habían subido 16 en promedio.
Estudios académicos sugieren que el impacto de programas como estos pueden extenderse más allá de los participantes mismos, formando oportunidades para generaciones futuras. Por ejemplo, un estudio encontró que la probabilidad de que un niño se convierta en dueño de un negocio está más influido por el hecho de que el padre o la madre sea propietario de uno. Otra investigación concluyó que tener una suegra en el mercado laboral incrementa significativamente la probabilidad de que una mujer ingrese a éste, mientras que tener una abuela que trabajó se asocia con una distribución más equitativa de las tareas y los recursos en el hogar.
El éxito de programas como el de CREA demuestra el potencial latente que tienen las mujeres mexicanas para propulsar el futuro del País. "Creemos en las mujeres que creen y que crean en México", proclama la misión de CREA. Imagínese las posibilidades si todos hicieran lo mismo.
*Ryan Cohen es Investigadora invitada del IMCO.
Publicado por Reforma
08-03-2018