Entre los retos diversos que enfrentará la economía mexicana durante el año que comienza, el desafío doble que representa una economía con inflación alta y bajo crecimiento es uno de los más inquietantes.
Por un lado, el bajo crecimiento observado en los últimos meses tiene su contraparte en el mercado laboral, que sigue relativamente débil; por el otro, el alza en los precios complicará la planeación financiera de hogares y empresas y hará más difíciles las negociaciones salariales.
Luego de una recuperación bastante débil que siguió al derrumbe de 2020, en el tercer trimestre de 2021 la economía mexicana se contrajo un 0.4% con respecto al trimestre anterior. Para el mes de octubre pasado, la actividad económica estaba un 3.8% por debajo de su nivel de febrero de 2020, con una tendencia a la baja desde el mes de mayo.
En el mercado de trabajo, que está ligado a la débil y estancada actividad económica, se debe destacar que la brecha laboral, una medida que nos ayuda a ver el porcentaje de la población que requiere mejorar su condición laboral y se conforma por las personas desempleadas, disponibles y subocupadas, todavía se encuentra casi siete puntos porcentuales por encima de su nivel previo a la pandemia. Esto significa que hoy hay más de 17 millones de personas que tienen oportunidades de trabajo insuficientes.
Es notable que la proporción de quienes están fuera de la población económicamente activa, pero tomarían un trabajo si se les ofreciera (disponibles), y quienes requieren trabajar más horas (subocupados), casi se triplicó en el segundo trimestre de 2020 y se reduce a un menor ritmo. Por su parte, la tasa de desempleo ha permanecido relativamente constante. Esta es la razón por la que el desempleo es una medición limitada de la condición en que se halla el mercado de trabajo en México.
Así pues, el empleo en México sigue rezagado y su lenta recuperación se relaciona de cerca con el bajo crecimiento económico de los últimos meses.
Junto con el bajo crecimiento, el 2021 se caracterizó también por una inflación elevada. En México fue de 7.36%, la más alta en dos décadas. Hay elementos externos que explican una parte (energéticos y materias primas, problemas de logística, disrupciones en las cadenas de suministro), pero es importante recalcar que la inflación subyacente, que indica la tendencia de la inflación general, ha estado al alza sin interrupciones desde finales de 2020, cerrando año pasado en 5.94%.
La inflación afecta más a quienes tienen menos, generando así más pobreza y desigualdad. En segundo lugar, las negociaciones contractuales van a ser más complejas: entre enero y noviembre de 2021 los salarios contractuales (que resultan de negociaciones colectivas) registraron una reducción de 0.94% porque la inflación erosiona los incrementos salariales. Este año muchas negociaciones entre empresas y trabajadores tendrán como base un 9% de incremento base, igual al incremento de fijación que se dio en el salario mínimo.
En resumen, el bajo crecimiento y el pobre desempeño del mercado de trabajo mantiene a demasiadas personas con oportunidades limitadas, en la zozobra o sin ingresos suficientes para cubrir sus necesidades. Encima de eso, la inflación reduce el poder adquisitivo de esos recursos escasos. Será mejor prepararnos para otro año difícil.
Publicado en Animal Político.
13-01-2022