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Un país lleno de talento

Pensar en el desarrollo de las personas es pensar en el futuro del país que queremos. La formación de capital humano no es cosa sencilla, ni de corto plazo, pero es una inversión que reditúa en talento más competitivo. La mejora de los factores que influyen en el bienestar es, al mismo tiempo, un elemento necesario para que las personas puedan alcanzar su potencial y desarrollar habilidades que se conviertan en un activo para la sociedad.

Hablar de capital humano parece despersonalizar lo que implica su formación, pero en el fondo lo que se busca es todo lo contrario. Que un país tenga individuos que se desenvuelven en una sociedad incluyente, preparada y sana trae tanto beneficios personales como colectivos.

En el Índice de Competitividad Internacional 2022 (ICI) del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) este factor se evalúa a través de indicadores que miden temas como la desigualdad de ingresos, la participación de las mujeres, el acceso a los servicios básicos, el nivel de escolaridad y la calidad de la educación, la esperanza de vida y distintas políticas en materia de salud, como vacunación, mortalidad infantil y gasto de bolsillo.

Estas métricas muestran el panorama de nuestro día a día, con implicaciones importantes para la generación, atracción y retención del talento. De forma pragmática, responden a la pregunta: “¿Por qué alguien decidiría venir a vivir a México y no buscar migrar a otro país?”. También permite hacer comparaciones como qué tan competitivo es un estudiante mexicano frente a uno japonés, o qué tan distintas son las condiciones laborales en economías más desarrolladas respecto a países emergentes.

Las comparaciones siempre son limitadas, pero la realidad es que las condiciones de vida sí han cambiado. Hoy el mundo está no sólo globalizado sino interconectado. La pandemia trajo consigo nuevas modalidades de trabajo que llegaron para quedarse. Una empresa mexicana puede contratar a alguien que vive en Canadá o en Corea del Sur y viceversa. Esto trae consigo nuevos retos para los países, los negocios y las personas. Ahora, al problema de la desconexión entre las empresas y el talento hay que agregarle otro factor: la competencia.

Un caso concreto: la discusión de la política educativa en México tiene implicaciones que van más allá de las aulas. El país tiene potencial: cerca de 24 millones de niños, niñas y adolescentes regresaron a clases en este ciclo escolar (2022-2023). Las acciones de política pública que se implementarán y los efectos que tendrán en el desarrollo de las siguientes generaciones determinarán qué tan competitivos serán en el mercado laboral global.

El ICI evidencia que nuestro país tiene margen de mejora en educación. Hoy, un mexicano tiene 9.2 años de escolaridad promedio y un desempeño educativo por debajo de los países de la OCDE. En este sentido, el Imco ha identificado que deben atender dos áreas educativas prioritarias: la pérdida de aprendizajes y el desarrollo socioemocional de las y los estudiantes. Aún más, la postergación de las mediciones estandarizadas de aprendizajes, ocasionará que en un futuro desconozcamos en aún mayor medida el deterioro en la formación de talento.

La formación del talento es una acción continua y permanente. Tenemos que sentar las bases para que las próximas generaciones se beneficien de los resultados. La educación es indispensable para la conformación del talento. Pensar en el futuro es pensar en cómo forjar un país lleno de talento.

Publicado en El Economista.

28-09-2022