Opinión

Cinco puntos de presión para el próximo gobierno

FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

En memoria del profesor Carlos Urzúa

Entre los jaloneos, vituperios y el exceso de basura visual y auditiva que lo caracterizan, un proceso electoral abre también la oportunidad para evaluar el camino que hemos andado, las circunstancias actuales y cómo podrían seguir hacia adelante.

A unos días de que las campañas arranquen oficialmente, conviene fijarnos en al menos cinco temas económicos –y por lo tanto políticos y sociales– que serán clave durante el próximo sexenio. Planteo que el agua, la energía, los límites de la política social actual, las presiones fiscales y las elecciones en Estados Unidos serán puntos de presión para tener en cuenta.

1. Se profundiza la crisis del agua

En primer lugar, la situación del agua es cada vez más complicada y su gestión se muestra cada vez más insuficiente. Se ha destacado en las últimas semanas que el año inició con más de 1,600 municipios en sequía.

De acuerdo con los datos de la ENIGH 2022, aunque 93% de las viviendas en México tiene acceso a agua entubada, en más de una tercera parte de ellas (11.5 millones) el abastecimiento no es diario, lo que, en conjunto con un suministro de mala calidad por falta de inversión en la expansión y puesta al día de la infraestructura, ocasiona que México sea el máximo consumidor de agua embotellada per cápita en el mundo.

Hay pendientes muy importantes al respecto. Puntualmente, el Congreso de la Unión está en falta desde hace más de diez años, pues la reforma constitucional de 2012 –que reconoció el acceso, disposición y saneamiento de agua como un derecho humano– le mandaba a emitir una Ley General de Aguas que supliera a la Ley de Aguas Nacionales de 1992.

Hay que poner al día la legislación, pero también las concesiones: alrededor de 55% del más de medio millón de ellas vencerán los próximos años y ésta es una oportunidad de ajustarlas a las condiciones actuales del sector.

2. Sin energía no hay economía

En segundo lugar, el sector energético tendrá cada vez más presión. Es muy probable que el crecimiento de la demanda por energía eléctrica supere las estimaciones de la Secretaría de Energía, debido a la llegada de procesos industriales muy intensivos en uso de electricidad como efecto del nearshoring y a la tendencia de electrificación del transporte.

Si a lo anterior añadimos el muy lento despliegue de generación eléctrica por fuentes limpias en los últimos años, en particular renovables, y el preocupante rezago en la modernización y expansión de las redes de transmisión y distribución –casi todos los estados operativos de alerta y emergencia se deben a fallas o faltas en las redes–, este sector podría limitar las posibilidades de crecimiento económico para el país.

3. Los límites de la política social

Además de esos sectores que notamos sólo cuando fallan, pero son primordiales para el funcionamiento social, un tercer elemento son los límites a la política social emprendida en los últimos años. Si bien es ampliamente aceptado el objetivo de apoyar a la población con ciertas desventajas (como los adultos mayores), los programas universales no necesariamente llegan a quienes están en la situación más crítica, pues no hay una identificación y estrategia de acceso focalizada. De hecho, la población en pobreza extrema se incrementó en 400,000 personas entre 2018 y 2022, de acuerdo con los resultados presentados por el Coneval.

El enfoque de las transferencias de efectivo que se profundizó en esta administración implicó que no se atendieran con el mismo vigor otros temas de igual importancia, que además contienen una perspectiva intergeneracional que ningún gobierno puede dejar de lado.

Fracasaron los modestos intentos de construcción de un sistema de salud universal, con lo que el reporte de la carencia por acceso a servicios de salud creció de 20.1 a 50.4 millones de personas entre 2018 y 2022.

Por su parte, el rezago educativo pasó de 23.5 a 25.1 millones de personas en el mismo período. El efectivo nunca reemplaza las condiciones en que vivimos y las capacidades que desarrollamos, por lo que el 2024-2030 tendrá que ser un sexenio en el que la salud y la educación sean centrales para la política social.

4. El gobierno necesita dinero

En cuarto lugar, las presiones fiscales que enfrentará la siguiente administración son evidentes, pero difíciles de resolver. El gasto en pensiones ya representa uno de cada cinco pesos del total y el costo financiero de la deuda casi llegó a 14% en 2023.

Por si fuera poco, el fracaso fiscal que representó el supuesto rescate de Pemex requirió el uso de alrededor de casi un billón y medio de pesos entre 2019 y septiembre de 2023, pero la deuda de la empresa se redujo poco, su perfil de vencimiento empeoró, la producción de crudo permanece estancada y la refinación ocasiona pérdidas cada trimestre.

Se plantea muy seguido la alternativa de una reforma fiscal para incrementar los ingresos públicos, pero si esto no se acompaña con un rediseño del gasto, de poco servirá. La muestra más clara son los grandes proyectos del sexenio, cuya rentabilidad social y su responsabilidad ambiental es cuestionable, sin mencionar su predecible poco impacto en la inversión privada para detonar más crecimiento económico, del que el sector público depende para recaudar impuestos.

5. La sombra de Trump crece

Por último, las elecciones en Estados Unidos serán importantes para nuestro país, como siempre. Un retorno de Donald Trump a la Casa Blanca puede implicar más incertidumbre en la relación bilateral y que los diálogos de revisión del T-MEC que por diseño ocurrirán en julio de 2026 –lo que conocemos como sunset clause– o incluso una potencial renegociación del tratado comercial sea particularmente compleja.

Junto con eso, la presencia de China en México (vía inversiones y flujos comerciales) sin duda debe sumarse a los retos que se verán en la relación con nuestros vecinos del norte.

Como todas las anteriores, la nueva administración federal debe enfrentar dificultades y problemas nuevos que se mezclan con los de antes. Ojalá veamos algo de racionalidad y voluntad para atender estas y otras cuestiones tanto o más difíciles. Necesitamos mucho más que símbolos, discursos, ocurrencias y billetazos.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan la postura institucional.

Publicado en El Economista.

21-02-2024