Congresos estatales: Cuando la historia no es noticia

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La falta de atención a los congresos estatales no es gratuita. Por casi un siglo estuvieron subordinados a un solo partido político, haciéndolos irrelevantes para la voluntad de la población, ya que no cumplían su función de espacio deliberativo y de vigilancia ante el poder prácticamente absoluto de los gobernadores. El Informe Legislativo 2022, publicado por el IMCO, muestra que hoy los congresos locales son más democráticos ya que tienen la capacidad de ser contrapesos en lo local, tienen mayor poder con respecto a la federación y han abierto importantes espacios para la representación de las mujeres.

En 1987, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominaba sin competencia la vida política del país. Controlaba con mayoría calificada el Congreso de la Unión y cada uno de los 32 congresos locales. Para 2003, el PRI había perdido la presidencia y la mayoría en el congreso federal, pero conservaba gobiernos de unidad en dieciséis congresos locales, es decir, los gobernadores priístas gobernaban sin contrapesos en el legislativo. Casi dos décadas después de la alternancia y la gradual apertura política del país, hoy en día sólo seis estados tienen gobiernos de unidad: Baja California, Tabasco, Coahuila, Guanajuato, Querétaro y Yucatán.

La relevancia de este cambio implica que en veintiséis entidades, el gobernador tiene que negociar con otras fuerzas políticas para legislar, realizar nombramientos y aprobar presupuestos y leyes de ingresos, ya que su partido no cuenta con la mayoría de los asientos. Aún más, en nueve estados el partido del gobernador ni siquiera es la primera fuerza en el congreso. 

Los congresos estatales no sólo importan en el plano local, también importan como contrapeso a los poderes federales. Es una señal de un sistema democrático saludable que ningún partido por sí mismo tiene control de más de la mitad de los congresos locales. Incluso en coalición, Morena, PT, PVEM controlan dieciséis congresos locales, uno menos de los necesarios para aprobar reformas a la constitución federal. 

En materia de paridad de género, los cambios han sido más lentos en llegar, pero el camino hasta ahora ha sido el correcto. En 2003, sólo 18% de los asientos de los congresos estatales eran ocupados por mujeres. A partir de la reforma político-electoral de 2014 se han logrado cambios graduales a favor de la representación de las mujeres a nivel estatal. A partir de la pasada elección del 6 de junio de 2021, se alcanzó por primera vez en la historia un número mayor de legisladoras que de legisladores en los congresos locales.

Si bien este avance es histórico, la paridad en asientos no necesariamente se traduce en paridad de poder. Las juntas de coordinación política y las comisiones clave dentro de los congresos locales (presupuesto, fiscalización, seguridad y justicia) todavía suelen ser presididas por hombres, no por mujeres.

Hay importantes espacios de mejora. Hoy en día la relación entre representantes y la ciudadanía sigue mediada por los partidos políticos nacionales, aquello que conocemos como partidocracia. Este monopolio de la representación hace que algunas puertas de los congresos queden entreabiertas. Solo 6.4% de los congresistas del país pertenecen a un partido con registro estatal y 0.1% no tiene afiliación partidista (hay un solo congresista estatal independiente en todo el país). El control partidista también afecta a los propios legisladores, pues la reelección legislativa es una decisión que tiene que ser aprobada por los partidos a los que pertenecen.

El Informe Legislativo 2022 refleja los grandes pasos que han dado los congresos locales y propone acciones para atender áreas de oportunidad. Los congresistas locales de las actuales legislaturas tienen una tarea muy importante: renovar su relación con las y los ciudadanos, y priorizar sus demandas por sobre los intereses partidistas. La cultura democrática y deliberativa se construye desde lo local, y en la medida que los congresos estatales se acerquen a los ciudadanos, ganarán legitimidad y con ella, espacios de representación.

Publicado en La Silla Rota.

02-06-2022