Las mexicanas estamos hartas de la violencia de género, aquella que viven las mujeres de forma desproporcionada. Esta violencia se manifiesta en el círculo más cercano, los hogares. En 2021 el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública registró casi 254 mil presuntos delitos de violencia familiar, cifra 15% mayor que en 2020.
Un análisis de Data Cívica en Nexos (2017) encontró que la violencia física contra las mujeres casadas aumenta cuando los ingresos de las mujeres son bajos, y empeora aún más cuando los ingresos de sus parejas también son bajos.
La autonomía económica, entendida como la capacidad para generar ingresos propios suficientes para vivir dignamente y mantener a los suyos -si lo requiere- es un mecanismo para lograr libertad en las decisiones personales. En ese sentido, cerrar brechas de género en el mercado laboral puede ser una estrategia para prevenir la violencia doméstica.
El problema es que México no es un país en donde sea fácil para una mujer unirse a la fuerza laboral. Al cierre de 2021, solo 44 de cada 100 mujeres de 15 años o más trabajaba o buscaba un empleo. Cifra que es menor a lo que se observa en Colombia (50) o Brasil (49).
El panorama se complica aún más porque las oportunidades de las mexicanas dependen de su lugar de residencia. De acuerdo con una reciente medición del IMCO, Estados #ConLupaDeGénero, las mujeres ganan 13% menos que los hombres a nivel nacional. Sin embargo, esta brecha de ingresos de género es casi tres veces mayor en Oaxaca (24%) que en el Estado de México (7%).
Parte de esta situación se debe a que las mujeres tienen muy poco tiempo disponible para un trabajo remunerado, debido a las actividades que hacen en el hogar y de cuidados. No obstante, no es lo mismo ser una capitalina de la Ciudad de México que dedica 64% más horas a este tipo de trabajos en comparación con un hombre, que una chiapaneca que dedica 80% más horas. ¿En qué momento se puede trabajar y generar mayores ingresos para cerrar la brecha salarial del hogar?
Además, preocupa que todas las entidades están reprobadas para retener a las trabajadoras en el mercado laboral. Esto se debe a que pocas mujeres alcanzan empleos de alta calidad, con mayores ingresos o acceso a seguridad social, sumado a una escasa infraestructura de cuidados alternativos y opciones de empleos que sean compatibles con sus necesidades personales.
¿Qué hacer ante este panorama?
Para cerrar brechas de género en el mercado laboral, se requieren más empleos de calidad que ofrezcan mejores salarios y sean compatibles con las necesidades personales de ellas, incluso aquellas que deciden vivir cambios importantes en sus vidas como tener hijos.
Visibilizar las implicaciones que tienen las brechas de género podría detonar acciones. Tanto los gobiernos como el sector privado son responsables de implementar políticas públicas y corporativas que mejoren las condiciones de vida de las mujeres y, con ello, contribuir a romper ciclos de violencia en los hogares.
El empoderamiento femenino llega a través de la autonomía económica y genera beneficios no solo para las mujeres que la alcanzan, sino también para sus familias, las empresas donde laboran y el país en el que viven.
Publicado en Reforma.
10-03-2022