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El mito del turismo mexicano

México es reconocido como el décimo destino turístico a nivel mundial. Esto quiere decir que somos el décimo país que más visitantes extranjeros atrae; sin embargo, si no consideramos los visitantes que cruzan la frontera por una noche, México pasaría del décimo lugar al decimoséptimo. Además, el sector turístico es la tercera fuente de divisas del país, al generar cerca de 10% del Producto Interno Bruto. Aunque, al analizar la producción del sector en términos reales, así como su valor agregado, encontramos que el primero se ha estancado durante la última década, y el segundo cae año con año. En otras palabras, por cada dólar que produce el sector hay que invertir cada día más.

Por si esto fuera poco, de acuerdo con las fuentes más reconocidas del sector (Conde Naste, Wanderlust, TripAdvisor, National Geographic y Lonely Planet), México ya no figura entre los 10 mejores destinos para visitar, en ninguna categoría, lo que explica la posición 43 de México en el Índice de Competitividad Turística del Foro Económico Mundial.

La principal causa de la falta de competitividad de México como destino turístico es la inadecuada política pública que ha seguido el sector en las últimas tres décadas (sobre todo por las inversiones del Fonatur), fomentando no sólo un crecimiento urbano desordenado en los destinos, sino la depredación de sus recursos naturales y culturales. Por si esto fuera poco, nuestras políticas no han hecho caso de las tendencias internacionales y nunca se han evaluado; lo cual resulta preocupante ante la mayor competencia de nuevos destinos en el Caribe y Centro y Sudamérica.

Mientras que las inversiones que ha realizado el Fonatur han generado buenos retornos para la institución y para los inversionistas privados, el desenfrenado crecimiento de dichos centros turísticos (2.5 veces más rápido que el promedio de las ciudades del país, con excepción de Loreto), pone a dichas ciudades en una ruta similar a la que siguió Acapulco; es decir, en el camino a expulsar a todos sus visitantes internacionales, perder su principal atractivo turístico y convertirse en una ciudad sucia, fea y con servicios de cuarta. Más allá de los cuatro ejes en materia turística que presentó Enrique Peña Nieto, el punto sobre potenciar la capacidad de los destinos turísticos existentes en lugar de crear nuevos podría representar una verdadera oportunidad de cambio de timón.