Por: Ingrid Chávez, investigadora de Sociedad Incluyente, y Mariana Reyes, servicio social.
En los últimos días ha iniciado lo que muchos llaman la quinta ola de casos de Covid-19. Ante el nuevo repunte de contagios, ¿cómo son las oportunidades y condiciones de empleo de las mujeres? Para analizarlo es importante recordar cómo nos veíamos a inicios de la pandemia y hace un año.
En mayo de 2020, la tasa de participación económica femenina, es decir, el porcentaje de mujeres de 15 años o más que tenían un trabajo remunerado o estaban en búsqueda de uno fue del 35%. Exactamente un año después esta cifra regresó al porcentaje prepandemia. La tasa aumentó a 44% y para mayo de 2022 esta fue un punto porcentual mayor (45%).
Desde el inicio de la pandemia hasta ahora tenemos la segunda tasa más alta de participación de mujeres en la fuerza de trabajo. Prácticamente todos los empleos perdidos en 2020 se han recuperado, pero ¿cómo ha sido la calidad de estos? Recordemos que no basta con sumar a más mujeres al mercado laboral solo para aumentar una cifra, es fundamental ofrecerles condiciones de trabajo dignas y equitativas.
En el último corte que hizo el Inegi en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) se muestra que, en comparación con 2021, la tasa de informalidad en mujeres no ha cambiado, ganan menores salarios y una mayor proporción de ellas se empleó de manera independiente.
En lo que respecta a la informalidad, la tasa de mujeres de 15 años o más en esta condición es la misma que hace un año (54%). Además, una mayor proporción de ellas (36%) en comparación con los hombres (26%) ganan hasta un salario mínimo o menos. Esto las deja en una situación de desventaja, incluso con otras mujeres.
Trabajar en el sector informal y tener salarios poco competitivos limita las oportunidades de que tengan un empleo más estable o cuenten con dinero disponible para hacer frente a alguna eventualidad.
Otro dato que llama la atención es que, en comparación con el año pasado, la proporción de mujeres empleadas en algún centro de trabajo disminuyó (44% en 2021 y 37% en 2022), mientras que la de autoempleadas aumentó (46% y 51%, respectivamente). Es decir, las mujeres han buscado oportunidades para obtener ingresos por su propia cuenta.
¿Qué nos dicen estas cifras? Esto podría estar relacionado con lo relevante que es para las trabajadoras contar con opciones flexibles en los centros de trabajos, especialmente tras el regreso presencial de aquellas que laboraron a distancia. Algunos centros de trabajo optaron por impulsar el esquema de trabajo en línea durante la pandemia. Sin embargo, de acuerdo con el Inegi solo 5.7% de las empresas mexicanas planea mantenerla.
Contar con empleos de calidad que ofrezcan salarios competitivos a las mujeres y políticas para lograr el balance vida-trabajo parece no ser una tarea sencilla, especialmente ante el entorno económico que vive México, así como el panorama por el repunte de casos de Covid-19. A dos años del inicio de la pandemia, aún hacen falta estrategias de recuperación inclusivas que no dejen atrás a las mujeres y consideren las realidades diferenciadas que viven cada una.
Publicado en La-Lista.
06-07-2022