Artículo

Goles y Capital Humano

El banco HSBC tiene un cartel de publicidad donde afirma que los equipos profesionales de futbol brasileño han exportado jugadores por más de mil millones de dólares. Cada año, las ligas europeas gastan entre uno y dos mil millones de dólares en transferencias de jugadores. En 2009, el Real Madrid pagó 130 millones de dólares por la transferencia del divo-delantero portugués Cristiano Ronaldo. El futbol es un deporte, un negocio y una poderosa herramienta de marketing. Hoy el mexicano más famoso del mundo porta la playera con el número 14 del equipo de los Diablos Rojos de Manchester. A pesar de la derrota de ayer, la euforia goleadora del Chicharito ha hecho más por la imagen de nuestro país que todas las campañas promocionales del gobierno mexicano.

Alex Ferguson, el legendario escocés que ha dirigido el timón del Manchester United desde 1986, afirmó que su equipo encontró una mina de oro con el fichaje del delantero mexicano. En abril del 2010, las Chivas del Guadalajara vendieron el contrato del Chicharito en 10 millones de dólares. Un año y 20 goles después, la carta de Javier Hernández vale por lo menos el triple. A toro pasado se podría pensar que Chivas hizo un pésimo negocio al malbaratar el talento de un excepcional definidor de partidos. Sin embargo, el equipo de Guadalajara formó en su cantera a un adolescente que tenía el gol en su ADN y lo transformó en uno de los centros delanteros más exitosos del mundo. Desde el punto de la inversión inicial, el traspaso del Chicharito fue una operación de altos rendimientos. Hijo y nieto de seleccionados nacionales, el desempeño de Javier Hernández es una combinación de su entorno familiar, su talento individual y la formación futbolística con el rebaño tapatío, desde que tenía 9 años.

Los Pumas de la UNAM han logrado construir no sólo un equipo de campeonato, sino también una exitosa franquicia exportadora de talento. Entre 2006 y 2011, los Pumas han exportado jugadores por cerca de 26 millones de dólares. Nadie se debería sorprender si esa cifra se incrementa en los próximos meses o años. Javier Cortés, el joven crack que marcó el gol definitivo en la final del domingo pasado, tiene la magia de pies para participar en las ligas más competitivas del orbe.

La competitividad es la capacidad de un país, una ciudad o una escuadra de futbol para atraer y retener inversiones y talento. Hay equipos que se dedican a forjar las destrezas de sus fuerzas básicas y otros que tienen que sacar la chequera para intentar formar una onceava decente. El Real Madrid basa buena parte de su éxito en hacer contrataciones de jugadores que destacan tanto por su toque de balón, como por su facha de galán de telenovela. Su archirrival, el Barcelona, equilibra sus fichajes externos con una inversión constante en jugadores de fuerzas básicas que sí ganan campeonatos, pero no tendrían mucho futuro en una pasarela de moda.

La moraleja que dejan los triunfos de Pumas y Barcelona en la última semana es que resulta un buen negocio invertir recursos en la formación de capital humano. Jugadores de las canteras determinaron los resultados del campeonato mexicano y la final de la Liga de Campeones de Europa. El domingo pasado en Ciudad Universitaria, Javier Cortés enterró las ilusiones del Morelia. Ayer en el estadio de Wembley, dos de los tres goles que marcó el equipo catalán fueron anotados por futbolistas egresados de las fuerzas básicas de los Culés (Messi y Pedro).

La fórmula de éxito para estos equipos de futbol es semejante a la clave del desarrollo económico de las naciones. La educación es destino. Los países que invierten recursos en la educación de sus “escuadras infantiles” y la formación superior de sus selecciones sub-17 y sub-22 tienen mejores niveles de crecimiento y competitividad. Sin embargo, la calidad del gasto también importa. No es lo mismo un presupuesto de fuerzas básicas administrado por Pep Guardiola que por Elba Esther Gordillo.