En días recientes, Elon Musk, prominente empresario sudafricano que encabeza empresas de tecnología, sacudió al mundo con un par de correos dirigidos al personal de Tesla dando fin al trabajo remoto. En ellos se define que cualquier empleado debe pasar un mínimo de 40 horas a la semana en la oficina y cualquiera en desacuerdo puede “hacer como que trabaja en otro lado”.
Este mandato viene de un hombre que sueña con plantas totalmente automatizadas para lo que presume Optimus, un robot humanoide de Tesla capaz de ejecutar tareas repetitivas. Sin embargo, en la actualidad las empresas de Musk dependen de seres humanos que son personas antes que colaboradores.
¿Cómo es posible que una de las mentes más vanguardistas del mundo tenga una visión retrógrada del ambiente de trabajo? Entre más leo sobre el caso considero que el tono intimidante de los correos, la falta de confianza hacia las y los colaboradores y los sacrificios personales necesarios para desarrollar productos únicos en la Tierra se parecen a lo que se vivió durante la Revolución Industrial en el siglo XVIII.
El fenómeno no es reciente. En marzo de 2019, la revista Forbes documentó que entre 2014 y 2018 la planta de Tesla en California registró 54 violaciones de seguridad que derivaron en multas por más de 236 mil dólares. Esta cifra es 2.6 veces mayor que las multas acumuladas por las 10 plantas automotrices más grandes de Estados Unidos de otras marcas (89 mil dólares).
Las y los trabajadores tienen la libertad de aceptar este tipo de condiciones laborales o no. Sin embargo, el escándalo yace en que estos correos nos regresan a una cultura laboral donde se premian las jornadas largas y sin descansos. Aquellas en las que la productividad depende de las horas trabajadas, no de la eficiencia, y por lo tanto sacan de la jugada a las mujeres que tienen doble o triple jornada por cuidados y tareas sin pago. Paradigmas que se están desafiando gracias a la pandemia de Covid-19.
Mientras Musk aparece en revistas y periódicos internacionales por su postura rígida, otras compañías tecnológicas como Amazon, Pinterest, Intel y Paypal han reconocido que necesitan añadir flexibilidad a sus esquemas laborales para atraer y retener talento. Estas decisiones reconocen que las y los colaboradores de hoy prefieren organizaciones donde se privilegie el bienestar personal y el propósito, al grado de estar dispuestos a renunciar si no lo encuentran.
En un país como México, esta mentalidad impone un desafío adicional, puesto que menos de un cuarto de las y los trabajadores tienen un empleo que puede ejecutarse vía remota. ¿Cómo incorporar flexibilidad a puestos operativos para no ampliar brechas de desigualdad?
Aunque el concepto de flexibilidad es deseable, llevarlo a la práctica es complejo, porque puede adoptar una infinidad de formas. Todavía no hay reglas para implementarlo con éxito. No obstante, en estos dos años hemos aprendido que se necesita ver a la productividad desde otro ángulo, uno en el que la comunicación fluida, el compromiso, las expectativas claras y las métricas de resultados juegan un rol fundamental para innovar sin sacrificar el bienestar personal.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.
Publicado en Opinión 51.
22-06-2022