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No la amuele, Don Carlos

Hoy el Presidente Carlos Salinas de Gortari publica un editorial en el periódico Reforma intitulado ‘Contra la historia oficial’ en el cual arremete en contra del Presidente Zedillo por el error de diciembre de 1994. El Presidente Salinas cita como ‘historia oficial’ a los editoriales recientes de Gabriel Zaid y René Delgado respecto a la crisis de 1994-95.
Soy un economista de la calle y no tengo pretensiones de ‘historiador oficial’ de este proceso. Hay gente que lo vivió de primera mano y que podría platicarnos mejor cómo estuvo. Sin embargo, creo que ambos presidentes tuvieron su parte de culpa en la crisis de 1994-95.
Repartamos culpas. Primero el Presidente Salinas: su pecado fue no haber transitado durante su sexenio de un régimen de tipo de cambio semi-fijo (que es la ‘fluctuación controlada’ de la que habla en su texto) a un tipo de cambio flexible. Un tipo de cambio fijo implica que el banco central garantiza que el tipo de cambio estará en un nivel previamente anunciado. Si las variables de desempeño económico no reflejan el nivel real del tipo de cambio, los especuladores ven una oportunidad para comprar dólares de a centavo.
Joe Lewis, alias el boxeador, fue uno de los principales beneficiarios de la corrida especulativa contra el peso mexicano en 1994-95. De hecho, colaboró con George Soros,  quien un par de años antes había orquestado con Lewis una corrida especulativa similar en contra de la libra esterlina. Se dice que Soros obtuvo una utilidad de más de mil millones de dólares en el llamado Miércoles Negro, en el cual el tesoro de la Gran Bretaña se vio obligado a sacar a la libra esterlina del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio (ERM). Teníamos que haber aprendido algo de la experiencia inglesa de 1992 para nuestro drama de 1994-95. No aprendimos nada, y creo que eso es responsabilidad de ambos presidentes.
El Presidente Salinas en su editorial habla del beneficio recibido por un puñado de especuladores locales derivado de la devaluación. La verdad es que Soros y Lewis se beneficiaron enormemente, y no son precisamente ‘jugadores locales’. No sé si el análisis al que se refiere el Presidente Salinas en su editorial –realizado por alguna comisión del Senado Mexicano– tomó en cuenta estos hechos o no.Sobre el endeudamiento público: la emisión de Tesobonos en el primer mes de la administración del Presidente Zedillo se la debemos a él, pero el proceso previo de gasto público se lo debemos al Presidente Salinas.
El Presidente Zedillo quiso meter el tipo de cambio al Pacto de Estabilidad Económica, que era un proceso cuasisoviético –pero altamente efectivo–  instaurado por la administración del Presidente Miguel de la Madrid para estabilizar la inflación. Error de principiante: el tipo de cambio es el precio más importante de la economía, y por tanto no se mete a un pacto. Si estás en un régimen de tipo de cambio fijo, no avisas antes de devaluar; devalúas y ya, porque de ello depende que el proceso doloroso de devaluar sirva de algo. Devaluar es una decisión de Estado que tienes que tomar si vives en un régimen de tipo de cambio fijo, pero que no realizas a media semana si eres el responsable de hacerlo. Devalúas en viernes en la noche, para no permitir a los mercados reaccionar.El legado del Presidente Zedillo, después de este error de inexperiencia, fue un tipo de cambio flexible, que permite a la economía mexicana adaptarse a los choques internos y externos de manera mucho más inteligente, y una reforma al sistema de pensiones a través de las afores –que es la única solución seria al problema más grave que tenemos que enfrentar: el de envejecer pobres. El legado del Presidente Zedillo fue una transición democrática de a de veras –un capital político enorme que el Presidente Vicente Fox luego dilapidó.
La internacionalización de la banca, criticada por el Presidente Salinas, fue un acierto del Presidente Zedillo.  La apertura de nuestro sistema financiero nos ha permitido capear el temporal mucho mejor, aunque el esquema aún es perfectible. Aquí les dejo un análisis interesante al respecto que hace la revista Nexos.
La herencia maldita del Presidente Zedillo: no logró incidir de manera efectiva en la productividad de la economía para enfrentar los retos que nos trajo el TLCAN. No desmanteló los poderes fácticos de la economía –sindicatos, gremios, burócratas organizados– que capturan la regulación y son el verdadero lastre al crecimiento.
El FOBAPROA está en una zona gris, que marcó el sexenio del Presidente Zedillo. El FOBAPROA socializó el costo de la crisis de 94-95, con el fin de rescatar al sistema financiero. Hay mucho debate hoy en día con motivo del rescate de bancos a raíz de la crisis en EUA en 2008-09. Nuestro proceso de 1994-95 fue muy parecido, y mi conclusión es que el Presidente Zedillo hizo lo correcto en rescatar al sistema financiero, pero podría haberlo hecho de manera mucho más transparente. Si sirve de algún consuelo, a los estadounidenses les pasó lo mismo en 2008-09.
Regresemos al legado del Presidente Salinas. Su gestión tiene muchos claroscuros. Dentro de lo bueno, lo más destacado es el TLCAN. El legado de Don Carlos no fue la estabilidad macroeconómica; fue la entrada de México a la integración comercial, que ha sido el pilar de la modernización nacional.  Yo creo que él entiende esto muy bien, pero el TLCAN no es algo que ‘venda’ con los grupos de interés que hoy en día él seduce y le siguen.
Dentro de lo malo y cuestionable que nos dejó: Elba Ester; Romero Deschamps; Manuel Camacho; Carlos Slim, el hombre más rico de todos los tiempos, de acuerdo a este post en el blog de Gerardo Esquivel aquí en Animal Político; Raúl Salinas; la posibilidad para Andrés Manuel López Obrador de decir que hay una panda de mafiosos que se apoderó de México y que la gente le crea.
Estos dimes y diretes de presidentes seguramente parten de un aquelarre interno en el PRI, en donde tiros y troyanos se descalifican mutuamente. Yo quisiera respetuosamente decirles que el enemigo está en otra parte.