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El pantano de la República
La Cámara de Diputados se ha convertido en un territorio anegado. Una zona fangosa donde las propuestas para transformar a México se pudren entre la humedad y el estancamiento. Es necesario marcar una distinción clara entre las dos asambleas que conforman el Poder Legislativo. Nuestros senadores podrán fallar a la hora de proyectar los costos de su edificio sede, pero en el último año sí han cumplido con su principal función constitucional: discutir y aprobar las leyes relevantes para la vida de México. La ausencia de un partido con mayoría en el Senado no ha sido impedimento para lograr consensos (el PAN tiene 39% de las posiciones senatoriales, el PRI 25% y el PRD 18%). El trabajo de los senadores demuestra que en una democracia sí se pueden tomar decisiones. La pluralidad no tiene por qué ser un sinónimo de parálisis.