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Cáncer y cambios en el sistema de salud

Fátima Masse e Ivania Mazari

Cáncer, una palabra que da terror. La que nadie quiere oír en algún chequeo o visita al médico. Las que suscribimos este artículo tenemos parientes muy cercanos sobrevivientes de cáncer. Sin embargo, en 2017, 84 mil 142 mexicanos no corrieron con la misma suerte. Esta enfermedad es la tercera causa de mortalidad en nuestro país y la segunda a nivel mundial.

México es el segundo país con mayor gasto de bolsillo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): en 2016, más del 40% del gasto total en salud provino directamente de los ingresos de las personas. Cuando la cobertura en salud no es óptima, las familias deben hacer frente a los gastos de sus seres queridos.

Es imposible saber exactamente cuáles son las pérdidas económicas por pagos a nivel privado de tratamientos de cáncer. Sin embargo, el Instituto Mexicano para la Competitividad estima que en los nuevos casos de cáncer de mama y de leucemias, el ingreso perdido podría oscilar entre 395 millones de pesos (mdp) y mil 870 mdp, esto depende de qué tanto se requiera el uso de servicios privados por la falta de medicamentos en hospitales públicos o atrasos en la atención, por mencionar algunas causas.

Las pérdidas económicas son considerables. Sin contar los casos de aquellas personas que llevan años viviendo con estas enfermedades, las pérdidas por estos dos tipos de cáncer —de los 10 con mayor incidencia— equivalen a entre un 29% y un 137% del gasto programable para 2019 del Instituto Nacional de Cancerología. Este monto es un llamado a mejorar los servicios de salud en el país y así garantizar este derecho para todos los mexicanos, como se plantea en el Plan Nacional de Salud.

Con este plan se busca centralizar los servicios de salud para las personas sin seguridad social: incorporarán a ocho estados cada seis meses, por lo que el Seguro Popular será sustituido de forma paulatina. Los detalles de la implementación aún son difusos; sin embargo, una pregunta interesante en el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer es ¿qué implicaciones podrían tener los cambios en el sistema de salud para los pacientes con esta enfermedad? Consideremos dos elementos del anuncio.

Primero, los servicios de salud de primer nivel —aquellos relacionados con prevención, detección temprana de cáncer y cuidados paliativos— estarán a cargo del IMSS-Bienestar, que es el brazo extraordinario del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para tratar a los más desfavorecidos. Al cabo de dos años, cuando se hayan sumado todos los estados, el IMSS concentrará al 73% de la población para la atención de primer contacto.
Con ello, se abre una oportunidad para diseñar campañas más efectivas para sensibilizar a la población sobre cánceres con alta prevalencia. Un ejemplo es el cáncer de próstata, el cual en 2018 registró el mayor número de casos nuevos en México según el Global Cancer Observatory (Globocan). Sin embargo, el IMSS no lo contempla dentro del Manual Metodológico de Indicadores Médicos 2017, documento donde se concentran los indicadores para evaluar y monitorear las prestaciones médicas otorgadas.

Por otro lado, el personal del IMSS deberá estar mejor preparado para identificar lesiones o malestares que podrían ser clave para la detección temprana de cáncer y mandar a los pacientes a servicios especializados. Estos son grandes retos de superar en un contexto con escaso personal y pocos recursos para capacitarlo.

En 2016, según cifras de la OCDE, en todo el sistema de salud mexicano se registraron apenas 0.8 médicos generales por cada mil personas, cifra menor a la de países con sistemas de salud más avanzados (1.3, tasa promedio de médicos generales en Alemania, Canadá, Francia, Finlandia, Gran Bretaña, Noruega y Portugal) e incluso casi la mitad de los que hay en Colombia (1.5). Además, en 2019, la Secretaría de Salud destinará solo el 3% de su presupuesto en formación y capacitación de recursos humanos y el IMSS solo el 0.9% para prevención y control de enfermedades.

Segundo, en el anuncio del Plan Nacional de Salud se contempla la desaparición de los cuadros básicos como una medida para que todos mexicanos cuenten con las medicinas que requieren. Aunque el objetivo es deseable, un presupuesto limitado no alcanza para comprar un número infinito de medicamentos.

Todos los países cuentan con mecanismos para identificar qué medicamentos se deben comprar con una perspectiva de costo-beneficio. Por ejemplo, en Gran Bretaña hay una agencia de Gobierno (National Institute for Health and Care Excellence) que le recomienda al National Health Service qué medicamentos adquirir con base en su efectividad clínica dado su costo, mientras que en Canadá se discute un plan nacional para cubrir los medicamentos fuera del hospital puesto que hay diferentes reglas para cada provincia. La pregunta ahora es ¿qué reglas tendrá México para la compra de medicamentos que suplan al cuadro básico?

A pesar de los retos mencionados, debemos celebrar que el Gobierno federal asignó más de 597 mil millones de pesos para la función salud en 2019. Esta cifra es un 6% mayor que el presupuesto de 2018. Aunque este monto aún es relativamente bajo en comparación con lo que destinan los miembros de la OCDE, se destinaron 35 millones de pesos para el Registro Nacional de Cáncer. Con esta herramienta, México podrá tener mediciones sobre avances en la tasa de sobrevida, uno de los indicadores fundamentales para monitorear la mejora del sistema de salud y en dónde será necesario hacer ajustes.

Publicado por Expansión
04-02-2019