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Fideicomisos: recortar con los ojos vendados

FOTO: CUARTOSCURO.COM

Durante cuarenta años, en una cañada al oeste de la ciudad de León, el Centro de Investigaciones en Óptica A.C. (CIO) ha generado conocimiento de frontera en los ramos de la óptica y la fotónica, colaborando con diversos centros de investigación internacionales, y alianzas de desarrollo tecnológico con empresas nacionales e instituciones de salud pública y seguridad nacional. La semana pasada, este centro público de investigación (CPI) recibió la noticia de una iniciativa de reforma que busca eliminar 109 fideicomisos públicos, entre ellos el suyo.

El presupuesto de los fideicomisos de los CPIs es pequeño, pues representa el 1.2% del total de los recursos de los 109 fideicomisos que se planea desaparecer (ver el área naranja de la siguiente imagen). El fideicomiso del CIO, con un monto de 8 millones de pesos (mdp) en recursos mayoritariamente autogenerados es, en esos términos, microscópico.

Aunque la desaparición del fideicomiso del CIO no compromete su trabajo en ciencia básica, el proyecto de reforma sí impactaría en su rama de ciencia aplicada. De acuerdo con uno de sus investigadores, el cambio mermaría la capacidad del CIO para crear asociaciones de mediano y largo plazo con empresas e institutos, además de limitar su adaptabilidad a problemas coyunturales. Entre los proyectos recientes que pudieron llevarse a cabo gracias a dicho fideicomiso destacan los de desinfección de espacios con iluminación de onda corta y de ventiladores mecánicos intrusivos.

Por ley, los fideicomisos de los CPIs están obligados a contar con órganos colegiados (internos y externos), además de ser doblemente auditables por la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación. Entonces, ¿en qué diagnósticos y evaluaciones se basa la decisión de eliminarlos? ¿qué mecanismos los sustituirán? La falta de respuestas claras hacen dudar de la existencia de una justificación fundamentada, generando incertidumbre sobre el proceso de las decisiones de política fiscal en el país.

La inversión en ciencia en México pasa por un mal momento. El presupuesto de investigación científica e innovación ha permanecido estancado en la actual administración. En particular, los CPIs han sufrido recortes en los dos años anteriores y para 2021 se espera que por cada peso destinado a investigación científica, se empleen más de tres en los temas de seguridad y defensa.

Lo anterior no tendría gran relevancia si México contara con un presupuesto científico adecuado; sin embargo, de acuerdo a la UNESCO, México destina solo el 0.31% de su PIB a la investigación científica, un monto muy por debajo de la mayor parte de los países.

La ciencia aplicada vive de la cooperación con empresas y otras instituciones de investigación. En otros países del mundo esa capacidad cooperativa ha sido la clave para el desarrollo económico y la competitividad.

Destacan los casos del Instituto de Investigación de Tecnología Industrial de Taiwán (ITRI) y el Instituto de Investigación en Electrónica y Telecomunicaciones (ETRI) de Corea del Sur que, junto a empresas privadas, han logrado posicionarse como líderes en tecnologías optoelectrónicas y de semiconductores. México también es un importante jugador en esos mercados. Somos el segundo exportador mundial de computadoras y de televisiones, productos que representan el 9.4% de nuestras exportaciones, más del doble que las de petróleo crudo.

Sin embargo, la diferencia es que mientras los tigres asiáticos producen tecnología en estos productos, México solo los manufactura. Saber si seguiremos atados a un destino maquilador no dependerá en gran medida de la decisión de recortar fideicomisos como los del CIO, sino de la capacidad de nuestros representantes para decidir con base en evidencia y argumentos. En pocas palabras, el problema no es que se decida recortar fideicomisos sino que se hagan recortes con los ojos vendados.

Publicado por Animal Político
15-10-2020