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(Im)predecible

FOTO: CARLOS CABAL OBRADOR/CUARTOSCURO.COM

Tabasco, Veracruz, Chiapas y Campeche son cuatro de los estados que desde octubre están viviendo los estragos de la naturaleza. Varias zonas de estas entidades, sobre todo las más pobres, están inundadas a causa de lluvias excesivas que parecen no tener fin. Como resultado, se contabilizan cientos de miles de damnificados, hogares que no tienen ni para comer y hasta fallecidos.

¿Este fenómeno es atípico? No. En palabras de Elías Camhaji en El País, estas inundaciones en Tabasco son una catástrofe anunciada que pudo evitarse. El artículo describe por qué la región Sureste es tan vulnerable a este tipo de fenómenos y cómo, desde hace varias administraciones, se han tomado acciones insuficientes para adaptarse a la geografía y reducir los riesgos.

De acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, este año se pretende atender a la población afectada en tres etapas. Primero, proteger la vida con refugios y alimentos a través de los planes de la marina y el ejército. Segundo, dar transferencias monetarias a viviendas dañadas. Tercero, desarrollar un plan integral interinstitucional, en colaboración con los gobiernos locales, para atender las causas y evitar que la crisis se repita.

Hasta aquí, todo parece estar bajo control para dar respuesta a uno de los desastres de 2020. Sin embargo, ¿qué pasará en esas entidades el próximo año? ¿Qué pasará si en vez de huracanes y lluvias, nos sorprende un temblor en la costa del Pacífico?

Al desaparecer el Fondo para la Atención de Emergencias (Fonden), se acabó con un mecanismo institucionalizado para reaccionar ante este tipo de desastres. ¿El Fonden era perfecto? No. La Auditoría Superior de la Federación y otras organizaciones habían hecho llamados por falta de transparencia. Sin embargo, hoy no hay una alternativa con visión de largo plazo, reglas claras y candados de transparencia para reaccionar y enviar recursos a las entidades.

Algo similar sucede con la atención de enfermedades crónicas o que requieren tratamientos costosos como cáncer, enfermedades cardiovasculares o VIH-sida. Aunque el perfil epidemiológico de México desde hace años está dominado por este tipo de padecimientos, no hay claridad de cómo se financiarán.

En principio, aquellos pacientes sin seguridad social tienen acceso al tratamiento de enfermedades catastróficas por el Fondo de Salud para el Bienestar. Sin embargo, hace unas semanas, le quitaron 33 mil millones de pesos considerados como remanentes bajo la justificación de que servirían para enfrentar la pandemia.

Dejando a un lado que ese monto no se ve reflejado en el gasto programable para salud, esta decisión pone en riesgo a miles de pacientes cuya vida depende de la capacidad del Estado para financiar sus tratamientos. ¿Cómo se piensa ejecutar la promesa de medicamentos y servicios de salud para todos? ¿Para qué enfermedades aplica? ¿Cómo es posible tener remanentes cuando en las noticias vemos que hay desabasto de medicamentos para cáncer?

La vida está llena de riesgos que no sabemos a ciencia exacta cuándo y cuántos daños generarán. Sin embargo, los humanos debemos planear a largo plazo (con base en la información disponible) y buscar coberturas para que cuando eso suceda se pueda minimizar la magnitud de los daños. Ojalá que las penas que hoy aquejan a miles de familias en el Sur-Sureste del país sensibilicen a las autoridades para diseñar e implementar acciones más estratégicas.

Publicado por Expansión
23-11-2020