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País de Panzazo

Las historias personales comunican mejor que las estadísticas. Un niño se despierta en la madrugada, plancha su camisa, se prepara solo el desayuno y viaja un largo recorrido en transporte público para poder llegar a su escuela. Al final de la travesía, el centro educativo está cerrado, el maestro llega tarde o se encuentra ausente por una comisión del sindicato. El 40 por ciento de los niños mexicanos no tiene habilidades suficientes de compresión de lectura. ¿Si terminas de leer este artículo, qué recordarás mejor al llegar al último párrafo, la cifra del renglón de arriba o la imagen de una escuela donde no llegaron los maestros.

Las emociones catalizan más cambios que las ideas. La película De panzazo logra entrelazar la compleja trenza de los sentimientos con los argumentos. El talento cinematográfico de Juan Carlos Rulfo convierte la vida cotidiana de una persona en una conmovedora epopeya de dignidad y esfuerzo. El oficio de Carlos Loret de Mola le agrega la perspectiva de una brillante crónica periodística. La organización Mexicanos Primero aportó la información y la brújula para garantizar que la película llegue a buen puerto. De panzazo hace por el sistema educativo lo que Presunto culpable logró con la estructura del Poder Judicial: narrar el naufragio institucional a través de historias de personales. De panzazo muestra con datos y biografías cómo el derecho a la educación es, en la mayoría de los casos, una ficción constitucional.

Las consecuencias de este naufragio no son responsabilidad de una sola persona, organización gremial o dependencia de gobierno. Sin embargo, es imposible entender el fracaso de la educación en México sin mentar el nombre de Elba Esther Gordillo. Cuando la Maestra asumió el liderazgo del magisterio, en 1989, la Unión Soviética todavía era un país y Felipe Calderón era un asambleísta del Distrito Federal. El mundo ha cambiado mucho y México otro tanto, pero la profesora Gordillo continúa de regente de los recursos humanos y financieros que determinan el desempeño educativo de México. El suyo es un poder que no conoce los límites temporales que imponen los siglos y los sexenios. Su hegemonía e influencia sobrevivió la transición democrática, la alternancia en Los Pinos y el mandato de cuatro presidentes de la República.

A pesar de su control norcoreano sobre la estructura sindical, hay señales de que su fuerza política pasa por un mal invierno. Quemó sus puentes con el PAN, para renovar sus alianzas electorales y después el PRI la dejó esperando en el alatar, sin consumar su unión en las urnas. Para remediar la crisis, el partido de Elba Esther fichó a un interesante candidato a la Presidencia. Gabriel Quadri es un hombre de ideas que ha puesto su prestigio e inteligencia al servicio de una de las causas más nocivas para el futuro de México.

Desde hace unos meses, el periodista Ricardo Raphael propuso la iniciativa “ni uno de tres”. La propuesta consiste en no votar por el Panal, el partido de la Maestra, ni para Presidente ni para senador ni para diputado. De acuerdo a la legislación electoral, un partido que no reciba al menos 2 por ciento de la votación total está en riesgo de perder el registro. El proyecto ciudadano de cortarle un tentáculo político a la Maestra no parece una empresa sencilla. El sindicato tiene más de un millón de agremiados, lo cual representa una base importante de sufragios. Sin embargo, uno de los atributos más atractivos de la democracia es que lo imposible se torna probable. Elba Esther Gordillo no quiere que tú veas la película De panzazo y sí quiere que votes por el Panal. Será tu decisión si optas por darle el gusto a la señora.