Paridad sí, pero con representación efectiva

FOTO: MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM

Por: Fernanda Avendaño y Ana Lambarri

Transcurrieron 67 años y 22 legislaturas para que México tuviera una legislatura paritaria: 48 % de los asientos en la Cámara de Diputados 2018-2021 fueron ocupados por mujeres. Con la renovación y el inicio de la LXV Legislatura este 1 de septiembre, la paridad será absoluta, por primera vez en la historia habrá 250 diputadas (50 %).

Las reformas en materia de paridad de género han logrado que México destaque frente al mundo. Es el país de la OCDE con mayor proporción de mujeres en el Congreso, y su puntaje de participación política en el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial ha crecido desde hace una década y se mantiene en niveles altos. Hay que reconocerlo, México muestra un gran avance en la participación política de las mujeres. Sin embargo, la paridad en los números no es suficiente.

Tras la autoproclamada “legislatura de la paridad”, la composición de la Junta de Coordinación Política, uno de los órganos legislativos más relevantes, brillará por la ausencia de igualdad y diversidad, pues solo una mujer formará parte. En ella se presentan acuerdos, se propone la integración de comisiones y se elabora el anteproyecto del presupuesto de la Cámara.

Sentarse en la mesa de decisión no solo representa poder político para las mujeres, condición necesaria para hablar de una participación política real, también permite transitar de la representación descriptiva a la sustantiva. Más que ocupar los asientos, la paridad de género debe verse reflejada en plasmar los intereses de las mujeres dentro de la agenda legislativa.

Una agenda incluyente reconoce que las mujeres y los hombres no viven los problemas sociales y económicos de igual manera. Tan solo en la participación y autonomía económica, las mujeres enfrentan barreras distintas a los hombres, por lo que es necesario que tanto diputadas como diputados legislen con perspectiva de género. La próxima legislatura no solo presentará nuevas iniciativas, sino que heredará una serie de dictámenes que involucran cambios en la vida de las mujeres. Destacan dos:

  1. Reforma sobre la igualdad salarial. La brecha salarial es un problema real que enfrentan las mujeres en el mercado laboral en México y el mundo. Por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer recibe, en promedio, 87 pesos. Esta reforma busca reducir la desigualdad de ingresos partiendo de un principio claro y objetivo: igual salario por trabajo de igual valor. A su vez, prohíbe acciones discriminatorias en el proceso de reclutamiento y asignación de ingreso.
  2. Reforma sobre el sistema universal de cuidados. En México, por cada 12 mujeres que no se incorporan al mercado laboral por realizar labores domésticas hay solo un hombre. La creación de un sistema universal de cuidados es fundamental para reconocer el trabajo no remunerado al que las mujeres dedican gran parte de su tiempo, e implica establecer corresponsabilidad en la carga de labores no remuneradas.

Contar con mujeres en puestos clave y perspectiva de género en las decisiones no es un capricho. Permite aprovechar el talento femenino y la diversidad de ideas, e impulsar un gobierno más inclusivo que tome en cuenta las necesidades de toda la población.

La redistribución del trabajo del hogar, la posibilidad de acceder a un empleo remunerado y obtener un ingreso igual por trabajo de igual valor son tres de los innumerables temas pendientes por trabajar desde el ámbito legislativo. Contar con más mujeres en puestos de decisión abre nuevas oportunidades para revertir las desigualdades a las que nos enfrentamos. Solo entonces podremos hablar de una verdadera representación sustantiva.

Publicado en Animal Político.

02-09-2021