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El último tren a Norteamérica
La política energética de México confundió a nuestro petróleo con la última coca-cola en el desierto. Por si osare un extraño capitalista, profanar con sus inversiones nuestro subsuelo, construimos prohibiciones constitucionales para impedir que se atrajeran recursos y nuevas tecnologías al sector energético. Pasamos demasiados años explorando los yacimientos de nuestro ombligo. Este ejercicio de auscultación introspectiva, estuvo basado en una premisa equivocada: El futuro es un lugar muy parecido al presente. Un brusco movimiento de las placas tectónicas ha cimbrado el mercado global de hidrocarburos. El terremoto no dejó ladrillo sobre ladrillo y transformó para siempre el orden energético internacional. Antes nos preocupaba el agotamiento del petróleo, ahora con los cambios tecnológicos en la industria energética, nos deben ocupar las consecuencias de su sobreabundancia. Entre 1980 y 2011, las reservas probadas de petróleo en el mundo aumentaron 142%, mientras que la demanda sólo creció 44%.