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Cómo cambiar historias
El placer es una experiencia neuronal. Las relaciones sexuales, una copa de vino o una comida sabrosa desencadenan una serie de procesos químicos en el cerebro, que detonan sentimientos muy parecidos a la felicidad. En su libro La brújula del placer, el neurólogo David Linden hace un análisis de los variados detonadores de la satisfacción y el gozo. Los placeres más primitivos son sujetos de reproche bíblico. Varios de los pecados capitales son prohibiciones expresas sobre los excesos del placer como la gula o la lujuria. Las cárceles se encuentran llenas de de personas que trataron de lucrar con la búsqueda del placer por medio de substancias prohibidas por el Estado.David Linden presenta también actividades legales y bíblicamente correctas que no generan atentados a la moral religiosa, pero que de igual forma producen un enorme placer. Las personas aficionadas al ejercicio conocen a la perfección la sensación de euforia que produce una buena carrera o una demandante travesía en bicicleta. De acuerdo con investigaciones de la Universidad de Oregón, el altruismo -la voluntad de ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio- también activa procesos en el cerebro similares a los que detona un orgasmo o una droga. La neurobiología ha comenzado a explorar la generosidad humana como uno de los catalizadores del placer.