Un gabinete de clase mundial
Cada 6 años, el Presidente electo tiene que armar el equipo con el cual gobernará al País. Como los resultados de los últimos tres sexenios muestran, la tarea no siempre sale bien. El Presidente electo tiene que ponderar qué prioridad dar a una serie de atributos personales de los candidatos, como son: su experiencia y pericias técnicas y políticas; su disposición a trabajar en equipo; sus valores y conducta personal; su capacidad de trabajo; su salud física y mental; su confiabilidad, etc. Pero el Presidente electo también debe satisfacer las expectativas de grupos de interés domésticos e internacionales, lo cual significa que sus grados de libertad son limitados. Si estos juzgan que los nombramientos son buenos, el Mandatario habrá iniciado con el pie derecho, pero si los nombramientos no caen bien, la reacción de los interesados será negativa y bastante visible. Veamos un ejemplo: los inversionistas en mercados de capitales internacionales y los inversionistas están ávidos de saber si el nuevo Gobierno mantendrá la disciplina fiscal. Si el mercado juzga que los nombramientos son adecuados, probablemente no pase nada, pero si no, la reacción se notará en el valor de los títulos que cotizan en las bolsas. La mejor manera de evitar una reacción
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