Opinión

¡Traidores!

FOTO: MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM

Los signos de exclamación en el título de estas líneas no sobran. Así fueron los gritos durante la discusión de la reforma energética el pasado domingo. No bastó con señalar a quienes se opusieron a la aprobación de la misma en esos términos, hubo, por increíble que parezca, llamados a que se crucificara a quienes se oponían a la reforma. Carente de argumentos técnicos, pero llena de calificativos, la diputada Margarita García García, del Partido del Trabajo llamó “Judas, vendepatrias y maleducados” a los legisladores opuestos a la reforma del presidente López Obrador agregando que merecían ser crucificados. Sí. Para cerrar la Semana Santa, la diputada llamaba a la crucifixión de quien opinara de forma distinta al señor presidente de México.

Está bien. Hay que moderarse. Quizás al calor del debate ideológico los diputados se permitieron algunas exageraciones, no sería la primera vez. Pero no. No fue así. Al poco tiempo, el presidente de Morena, Mario Delgado empezó a utilizar los mismos términos en sus redes sociales –en un tono religioso hay que agregar— para acusar a los que votaron contra el proyecto del presidente. “Se consuma la traición a la patria…”, tuiteó el mismo domingo. En días posteriores, junto con la secretaria general del partido, Citlalli Hernández, llamó a “boletinar” a los legisladores que votaron en contra y anunciaron una campaña nacional para exhibirlos.

Los visos inquisidores continuaron cuando Mario Delgado agregó que quiere que se conozcan las caras, los nombres, “los rostros de los traidores” para no olvidar nunca a quien “le dio la espalda a la nación”. Una campaña nacional de desprestigio al que opine distinto.

Después de esos anuncios cargados de drama y de histrionismo ambos funcionarios del partido en el poder se dieron a la tarea de hacer un ejercicio —patético desde mi perspectiva— armando una especie de cartelones con la foto y el nombre de los legisladores de oposición. Muy al estilo de un cartel en una película de vaqueros, pero sin gracia alguna.

¿Crucifixión? ¿Traición? ¿Vendepatrias? ¿Boletinar a quien vota distinto? ¿Qué es esto? ¿En qué momento llegamos a usar estos términos con tanto desparpajo y descuido? Las palabras no se las lleva el viento y como bien lo sabe el presidente, cada palabra está cargada de intenciones. La intención es dividir todavía más, romper, destruir y calentar los ánimos frente a años electorales. Sí, no solo es la presidencial de 2024, son las elecciones de este año y la del Estado de México y Coahuila el próximo.

A estas alturas no sorprende desafortunadamente ver a actores que en algún momento pretendieron presentarse como moderados, como intelectuales, como académicos, repetir sin pensarlo dos veces la misma cantaleta. La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que quiere la presidencia en 2024 mostró el mismo tono en sus redes sociales. Lamentable para quien dice ser una mujer de ciencia.

Pensar distinto no es ser traidor a nada. Pero usar esos términos a la ligera no termina bien. Son llamados a la violencia y a la agresión. Al designar al que piensa distinto como “traidor” empiezan las etiquetas. Los buenos y los malos. Los patriotas y los traidores. Nosotros y los demás. Esas etiquetas abren la puerta a la represión.

Ya lo señalaba Timothy Snyder en Sobre la Tiranía, hay que estar atentos a escuchar ciertas palabras como extremismo, terrorismo o excepción. A partir del mal uso de esos términos, la gente está dispuesta a ceder sus libertades por el temor causado. Yo agregaría traidor a esa lista. No aceptemos que se cuelen en el debate, no sería sin graves consecuencias. Estamos a tiempo.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de la autora y no representan la postura institucional.

Publicado en El País.

21-04-2022