Artículo
Democracias ingobernables
Toda buena negociación política es la arquitectura de avenidas alternas y caminos intermedios. El fundamentalismo antitributario de los partidarios del té convirtió la búsqueda de consensos en un callejón sin salida. La evidente disfunción del debate político en Estados Unidos puso al país y a la economía global ante una absurda incertidumbre. Así como no existe un sistema electoral que aguante el embate de un mal perdedor, tampoco hay un buen gobierno que soporte el sabotaje sistemático de una oposición impúdicamente mezquina. Un político que no está dispuesto a ceder y negociar es como un cirujano a quien le da náuseas la sangre humana. La democracia es una forma de gobierno que nos permite darle representación a la pluralidad y contradicciones inherentes de cada sociedad. Sin embargo, hacer gobernable esa diversidad puede resultar un desafío descomunal.